“Porque la vida y el amor transcurren juntos
o son quizá una sola
enfermedad mortal”.

Antonio Gala en “Enemigo íntimo”.

La cita esperada

Solos, sin nuestra soledad debida
nos enfrentamos a los silencios
en ésta, la habitación soñada.
La lluvia sorprende en un cielo
de verano, estallan en el aire
luciérnagas rojas, incandescentes
como el infierno. Escriben canciones
en un silbido que las piruetas
confunden con la ópera de un instante;
aquél en el que un parpadeo es la vida.
Troilo, Rocinante o Espejo, nombres
que son luces con sombras; humanos
renacidos de la mano de unos versos.

Henos aquí poeta, en esta encrucijada
de vida o muerte, de risa
o lágrima. No desperdiciemos el reloj
de bolsillo que a duras penas
logra mover el segundero. La memoria
azota los cuerpos de cristal
con la piel manchada de santos
óleos, aceites de carmín.
Quedémosnos en el ahora, esta cita
con la estricta puntualidad de la lírica.
Panteón justo del reconocimiento,
esa extraña marca azarosa,
que no vaciló en buscarte.
Cerremos el capítulo de esta charla
con un sencillo hasta luego.
El recuerdo siempre nos encuentra.