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Pilar Castro: «La soledad no se ve, se siente»

Pilar Castro
Publicado: 14/02/2020: 17403

Pilar Castro es psicóloga, responsable del Área de Personas Mayores de Cáritas Diocesana de Bilbao y profesora en la Universidad de Deusto, ha venido a Málaga a participar en la XXXIII Jornada Diocesana de Pastoral de la Salud

“Acompañar en la soledad” es el tema central de la jornada y, de hecho, su tesis doctoral versaba sobre la soledad en las personas mayores ¿Por qué eligió este tema de estudio?

Siempre me ha interesado la psicología de las personas a lo largo de la vida, no tanto sus patologías. La mayoría de mis compañeros de promoción querían trabajar en un hospital psiquiátrico, pero yo no, a mi me interesaban más las vivencias de la gente en el día a día.

Viene a Málaga a hablar sobre la soledad, pero la soledad no es solo física existe otra soledad no visible, es decir, sentirse solo estando acompañado. ¿Cómo podemos detectar esa soledad?

Siempre digo que estar solos es como las monedas, que tienen dos caras. A veces buscamos y necesitamos estar solos para pensar, tomar decisiones o descansar. Pero muchas veces, la soledad, el no tener a nadie al lado, nos hace sufrir, como puede ser el caso de las personas mayores viudas, que se les cae la casa encima. Lo cierto es que mucha gente vive sola y eso no le hace sufrir. Siempre pongo el ejemplo de las residencias. Hay personas mayores que deciden ir a una residencia para no vivir solas, pensando en escapar de la soledad y cuando están allí se sienten cuidadas, tienen cubiertas sus necesidades básicas de higiene, medicación, comida; pero, sin embargo, sienten que han dejado de ser importantes para nadie. Se sienten uno más, que el mundo les ha olvidado, que da igual que estén ó no. En esa situación, las personas se sienten solas. Lo más importante para entender el sentimiento de soledad es saber que la calidad de las relaciones importa más que la cantidad. En definitiva, sentirnos queridos y valorados.

Como usted dice, “la soledad es un problema que no se `ve’ desde fuera, pero que se siente”

Así es. A veces, desde Cáritas Diocesana de Bilbao, donde yo trabajo, hay personas que por ejemplo viven con su hija y nos piden acompañamiento. Y te puedes plantear por qué necesita acompañamiento si ya está acompañada. Pues porque tiene problemas de movilidad y no ha podido salir de casa en cinco años, por lo que lleva cinco años sin ver a nadie de su generación y eso es una sensación de pobreza enorme. Muchas veces, esa persona cuenta a los voluntarios cosas que no contaría a sus hijos. Un ejemplo puede ser hablar de que está deseando morirse; pues eso no se lo pueden decir a sus hijos para no preocuparlos; pero les apetece hablar de ello y se lo cuentan al voluntario.

¿Algún consejo que podamos poner en práctica?

Me preocupa mucho que estemos avanzando a pasos agigantados hacia una sociedad individualista, en la que aumenta la desconfianza y la soledad. Pero yo creo todos tenemos la responsabilidad de dedicar tiempo a las relaciones, de tener una mirada atenta al resto, a nuestro barrio. Solemos hablar de la sociedad en tercera persona, pero todos formamos parte de ella. Y las pequeñas cosas son importantes; desde cómo es mi relación con mis vecinos de escalera hasta bajar a comprar el pan en la panadería del barrio en lugar de en una gran superficie.

En Cáritas Diocesana de Bilbao tienen una especial preocupación por “mejorar la calidad y condiciones de vida de las personas mayores, y en especial de las más vulnerables y con menos apoyos, potenciando su autonomía y favoreciendo la permanencia en su entorno habitual” ¿Cómo lo llevan a la práctica?
Tenemos varios proyectos, el más extendido es en domicilio o residencia, y lo que hacemos es trabajar con personas voluntarias. Cada una de las cuales se vincula con una persona mayor que le proponemos desde Cáritas y si la relación va bien, estas personas se ven todas las semanas, una mañana o una tarde y de esa manera se va generando un mutuo conocimiento y un vínculo significativo, tanto que, normalmente el acompañamiento se mantiene hasta el final de la vida. Y con este proyecto conseguimos ofrecer a la persona mayor una relación de una calidad excepcional, única, porque la persona voluntaria acompaña porque quiere y lo hace desde la gratuidad, lo que le da una calidad especial y muy fuerte. Normalmente vemos como la persona mayor está esperando ese día de la semana, incluso se arregla más. También estamos siempre atentos a los cambios sociales, ya que muchas veces transmitimos a las personas mayores mensajes que generan desconfianza. Tenemos miedo de que les roben, les pase algo, y les decimos: “que tengan cuidado, no abran la puerta a nadie o que si alguien se ofrece por la calle a llevarles las bolsas de la compra, etc”. Sin darnos cuenta, estamos generando miedo en nuestros mayores y este miedo hace que se aíslen, por lo que hace siete años pusimos en marcha unos proyectos que pretenden prevenir este aislamiento y lo que hacemos es que cuando todavía pueden salir a la calle acudan a unos locales que tenemos, en tres parroquias en este momento, y allí les ofrecemos actividades que sean atractivas para ellas, pero realmente lo que encuentran allí además de otras personas mayores son personas voluntarias con las que establecer un vínculo. Cada voluntario se vincula con dos personas mayores y eso nos permite que cuando la persona mayor ya no puede salir de casa, la voluntaria ya es una amiga, ya se ha creado el vínculo y gracias a él acepta la ayuda y el acompañamiento en el domicilio. Así que es un proyecto de lucha contra soledad en el momento y de cara al futuro.
Ahora estamos empezando a hacer acompañamiento a través del teléfono, para llegar a esas personas mayores que han cerrado ya la puerta de su casa, y no quieren que entre nadie, pero ellas no están para salir fisicamente. Utilizamos la misma metodología, un persona voluntaria llama a una o dos personas mayores todas las semanas, en un horario que mutuamente acuerdan y van hablando y cogiendo confianza. Cáritas de Girona ya empezó hace unos años con algo así. Y la idea es que la persona mayor sienta que tiene una relación especial y que posteriormente esas llamadas puedan dan origen a encuentros posteriores y la persona permita que se le acompañe en casa y generar un vínculo, esto es lo común a todos los proyectos de nuestro área. Igualmente lo estamos intentando llevar a cabo en el ámbito rural, donde podemos llegar a través del teléfono.

Beatriz Lafuente

Licenciada en Periodismo e Historia. Casada desde 2011, es madre de un hijo.

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