Noticia María Zambrano, una vida iluminada por la fe cristiana Publicado: 22/04/2020: 14933 Alcanzamos el 116 aniversario del nacimiento de María Zambrano, una malagueña universal natural de Vélez Málaga. Su figura abanderada y secuestrada por determinadas ideologías es mucho más grande que lo que se nos ha mostrado. Sin ir muy lejos, su arrinconada faceta religiosa, motor y fundamento de su pensamiento, ha sido relegada al ostracismo. Y, sin embargo, nada más lejos de tratarse de una cuestión anecdótica en la rica personalidad de Zambrano. Su rica espiritualidad, apertura a la Trascendencia y búsqueda de la verdad en lo íntimo es una constante en sus escritos. La escritora veleña además de sentirse vinculada a grandes pensadores como Unamuno, Ortega o Kierkegaard se alimenta de la espiritualidad de Juan de la Cruz al que define como «mi estrella polar, mi norte y mediodía, mi aurora más allá del poniente». Y eso se nota. Es una mística. Lo dará la tierra, la Axarquía o el corazón sensible de la escritora. Quién sabe. Curiosamente llama la atención cómo el pensamiento espiritual iluminado por la fe cristiana de quien fuese premio Cervantes ha quedado esquinado en beneficio de otros aspectos también destacados de su personalidad. ¿Sabías de la profundidad espiritual de hondas raíces cristianas de quien pone nombre a la estación de ferrocarril de Málaga? En su testamento afirma declarar que pertenece a la Iglesia Católica, Apostólica y Romana en cuya fe y doctrina fue educada y en cuyo seno desea morir. De hecho, a la sombra de un naranjo y un limonero descansan sus restos en Vélez-Málaga sellados con un epitafio elegido por ella tomado del Cantar de los Cantares: "Surge amica mea et veni" (Cfr. Ct 2, 10) (Levántate amada mía y ven). Que nadie piense que es mera anécdota. Su vida estuvo iluminada por la fe. Cuentan que el 28 de enero del 39 cuando por los Pirineos en la caravana de los exiliados marchaba fuera de España encontró un pastor que cogía una oveja en sus hombros y pensó en Cristo, el buen pastor que la acompañaba al destierro. Quien la conocía afirma que a la Virgen María la tenía en su alcoba y a la también escritora Rosa Chacel afirmó «Yo soy católica porque nací católica y no voy a renegar». Murió en Madrid amortajada con el hábito de la Orden Tercera Franciscana.