En palabras del arcipreste, Antonio Sosa, «en el altar, en torno al Santísimo, se pusieron fotos que hacían referencia a tres realidades: la inmigración, la prisión y los enfermos». 

La convocatoria comenzó en un tiempo de adoración comunitaria a Jesús sacramentado «en torno a la lectura de Mt 25 (cuando lo hicisteis a uno de estos más pequeños, a mí me lo hacéis), y concretado en tres pequeños testimonios donde se refleja la misericordia de Dios para con nosotros: el testimonio de la vida de una persona inmigrante acompañada desde Cáritas; la reflexión sobre la misericordia, partiendo de la realidad de las personas que pasan por la prisión y el testimonio de una persona que acompaña a enfermos», explica Sosa, «todo ello con pequeños cantos, en clima de oración, al que nos ayudaron desde el coro del MAC (Movimiento de Acción Cristiana)».

La Adoración finalizó con el rezo del padrenuestro y la bendición con el Santísimo. A la salida, entregaron un «recordatorio con imágenes de misericordia en torno a la inmigración, la prisión y la enfermedad, con la frase “que la misericordia sea para toda la vida”. Finalizamos con las palabras de Francisco: “cuánto deseo que los lugares en los que se manifiesta la iglesia, en particular nuestras parroquias y comunidades, lleguen a ser islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia”», concluye el arcipreste.