Con una ponencia sobre “Un nuevo esfuerzo de pastoral juvenil y evangelización: la llamada de la JMJ”, Mons. Munilla se ha definido a sí mismo como “un hijo de Juan Pablo II en la pastoral juvenil. Aprendí de él y de sus encuentros”, ha recordado al hablar de su primera JMJ en Santiago de Compostela, cuando era un joven sacerdote de 27 años. 

En su exposición ha afirmado que “ver la iglesia como obispo o como sacerdote es sustancialmente lo mismo, luchas por lo mismo, te hace sufrir lo mismo y te alegras por lo mismo, procuro que ser obispo no me aleje de los jóvenes, me reúno semanalmente con ellos”.  En este sentido ha afirmado que “el gran reto al que se enfrenta la pastoral juvenil es responder al joven de hoy día, inmerso en una cultura que tiene tres grandes heridas morales: el narcisismo, donde cada persona se cree el centro del universo y hace que se crean víctimas cuando realmente no lo son; el pansexualismo que provoca que la sociedad esté en alerta sexual permanente y la desconfianza, tanto en uno mismo, como en los demás y por ende en Dios”.

Para afrontar este reto entre juventud e Iglesia, el obispo de San Sebastián propone los siguientes métodos pastorales: el primero de ellos está inspirado en San Juan Bosco, que afirmó que hay que convivir con los chicos, dedicarles tiempo y confiar en ellos, entregarse a ellos de una manera confiada. Juan Pablo II por su parte, destacó siempre el método testimonial. Mientras que Benedicto XVI destaca la capacidad crítica, hacer pensar a los jóvenes y para ello, el obispo donostiarra ha recordado que en la JMJ que tuvo lugar hace unos años en Sidney, el Papa dijo  “no podemos dejar a Dios en el banquillo durante este partido”.

ECOS DE LA JMJ

José Ignacio Munilla ha manifestado que “hay que ser conscientes de que la crisis en la transmisión de la fe es muy seria, la iglesia ha pasado por otras anteriormente, pero no hay que refugiarse en falsos optimismos, no hay que pensar que gracias al éxito de la JMJ la hemos superado, hay que seguir trabajando. Esta crisis requiere más de nosotros. Pero la JMJ nos ha ayudado a superar prejuicios y gracias a su huella muchas delegaciones de juventud de numerosas diócesis se han reactivado. Debemos aprovechar este momento de gracia que ha supuesto para acompañar personalmente a los jóvenes en una dirección espiritual. Los jóvenes que ahora tienen unas ganas enormes de querer formarse y que alguien les ayude, deben conocer la liturgia, pero para ello hay que detenerse a explicarla” ha destacado el obispo donostiarra.