DiócesisHomilías Confirmaciones en la parroquia de Nuestra Señora de la Oliva (Mollina) Publicado: 11/10/2014: 505 Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en las confirmaciones en la parroquia de Nuestra Señora de la Oliva (Mollina) celebrada el 11 de octubre de 2014. CONFIRMACIONES EN LA PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA OLIVA (Mollina, 11 octubre 2014) Lecturas: Is 25, 6-10a; Sal 22, 1-6; Flp 4, 12-14.19-20; Mt 22, 1-14). (Domingo Ordinario XXVIII-A. Fiesta de la Virgen del Pilar). 1.- El profeta Isaías predice que Dios cambiará la suerte de su pueblo: «Aniquilará la muerte para siempre. Dios, el Señor, enjugará las lágrimas de todos los rostros, y alejará del país el oprobio de su pueblo −lo ha dicho el Señor−» (Is 25, 8). Los sufrimientos, las lágrimas, las penalidades de la vida serán transformadas en gozo eterno. Dios quita el mal; Dios nos quita y nos quitará todos los sufrimientos que padecemos los hombres. Lo negativo desaparecerá. Además de hacer desaparecer lo negativo, hay una acción positiva y salvífica de Dios. El profeta anuncia también que «preparará el Señor del universo para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares exquisitos, vinos refinados» (Is 25, 6). El salmista amplía las resonancias cuando canta: El Señor prepara una mesa, en la que rebosa la copa (cf. Sal 22). Se trata de un banquete especial al que estamos llamados todos. El Señor nos llama a este banquete a disfrutar de la Vida; de la vida humana y de la vida divinizada; y nos ha llamado desde el bautismo. El Señor ha marcado nuestra alma en el bautismo con la figura de Cristo. Hemos sido sellados en nuestro corazón con una marca indeleble, que no se borrará jamás. 2.- Se nos regaló un traje de fiesta. Cuando ese traje blanco que nos ha regalado el Señor, simbolizado en el bautismo por la capa o el velo blanco, lo ensuciamos de barro por el pecado, se nos permite lavarlo con la confesión. Cuando la figura de Cristo grabada en nuestro corazón se emborrona y se desfigura, el Señor la recompone de nuevo con su gracia, con su misericordia y su perdón. Esta tarde los candidatos a la confirmación vais a recibir el don del Espíritu en su plenitud, que ya recibisteis en el bautismo. Renováis y blanqueáis la vestidura que se os regaló entonces, y recomponéis la figura que haya podido desfigurarse en vuestra vida. Es decir, recomponer esa figura para ser otros Cristo, esto es, “ungido”. Se os ungió en el bautismo dándoos esa figura. Hoy voy a ungiros de nuevo para recomponer de una manera más plena y más perfecta la figura de Cristo en vosotros, para ser “cristificados”, para ser cristianos, testigos del amor de Jesucristo, testigos del Evangelio, de la Buena Nueva que es Jesús. 3.- En el Evangelio Jesús compara el Reino de los cielos a un rey que celebraba la boda de su hijo (cf. Mt 22, 2). «Mandó a sus criados para que llamaran a los convidados, pero no quisieron ir» (Mt 22, 3). Hoy mucha gente pasa de Dios, no les interesa porque buscan una sola cosa: la felicidad. Levantad la mano quienes no busquen la felicidad. Veo que todos buscáis la felicidad. Pero, ¿dónde está la verdadera felicidad del hombre? ¿Está en hacer el propio gusto y el propi deseo? En esto puede haber un goce temporal y pasajero, pero la felicidad profunda no está ahí. ¿Dónde está la felicidad, la verdadera y auténtica? Se encuentra en el manantial del amor de Cristo. Y no hay otra fuente, ni otro manantial. Beber de las aguas frescas, limpias del manantial de Cristo es donde el Señor nos invita para encontrarnos a nosotros mismos y encontrar la felicidad en Él. Aunque eso suponga también renuncia y sacrificio. Los padres podríais poner aquí ejemplos de vuestra entrega a los hijos; o los esposos la entrega mutua. ¿Dónde hay más felicidad? ¿En la búsqueda de sí mismo y del propio placer, instrumentalizando al otro? ¿O en la búsqueda de la felicidad del otro, siendo feliz porque el otro es feliz? Seguramente podríais poner muchos ejemplos. ¿Dónde hay mayor felicidad para una madre? ¿En la búsqueda del bien de su hijo, aunque le duela al hijo lo que le dice o le haga la madre; o en dejarle hacer lo que le da la gana y que se críe como un potrillo? También podríais poner muchos ejemplos, ¿verdad? 4.- Hay muchas personas que desde el saber y en nombre de la ciencia, otras desde el poder y en nombre de la autoafirmación del ser humano, y otras desde la liberación y la justicia de la gente más pobre o explotada buscan la felicidad dónde no está. Los cristianos tenemos la suerte de conocer el origen de la felicidad, el origen del amor, porque lo que perdurará siempre, incluso después de esta vida temporal será solo el amor. Un día dijo el papa Francisco: “nunca he visto detrás de un féretro de un difunto un camión de mudanzas”. Cuando uno se va y deja esta vida, no se lleva con ningún camión de mudanzas las cosas de casa, no se lleva ni un céntimo de euro. Esa es la verdad. Pero, ¿qué se puede llevar? (Respuesta de los feligreses: el cariño, el amor, el bien que ha hecho). Se llevará las obras buenas que haya hecho, la entrega a los demás como madre, como esposa, como marido, como hijo, como hermano. De las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad, ¿cuál es la única que perdura siempre? El amor es lo único que queda. 5.- Por eso hemos de aquilatar el amor, como se aquilata el oro. Todos buscan el oro más aquilatado, el que tiene más quilates. Y para purificar el oro, ¿qué se hace? ¿Cómo se purifica el oro? ¿Cómo se le quitan las impurezas del oro extraído de la mina? (Respuesta de los feligreses: con el fuego). Purificar significa pasar por fuego, poner a fuego. Si el oro se aquilata a fuego, ¿cómo nos aquilatamos los cristianos? Esta tarde los confirmandos vais a ser aquilatados, pasados a fuego por el Espíritu Santo. El alfarero mete la figura de barro en un horno a 900 grados de temperatura y sale cocido. Esta tarde el Espíritu Santo os pasará a fuego para purificaros, para quitar la ganga que no vale nada y pueda aparecer brillante el diamante que sois como imagen de Dios. Debéis relucir como el oro aquilatado. ¿Estáis dispuestos? (respuesta de los feligreses: ¡Sí!). 6.- Muchos llamados cristianos no quieren asistir al banquete que Jesucristo les ofrece. Quienes se cierran a la verdad y a la generosidad de Dios, a su invitación a la fiesta, se autoexcluyen del Reino de Dios. Jesús insiste: «La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, llamadlos a la boda» (Mt 22, 8-9). En el Evangelio se nos ha dicho que para participar en el banquete hay que ir con el vestido adecuado y estar debidamente preparado; no se puede participar en este banquete de cualquier manera y a toda costa: «Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta» (Mt 22, 11). Alguien se introdujo de manera pretenciosa en la sala sin el mínimo protocolo del vestido adecuado. Hemos dicho antes que se nos regaló una vestidura en el bautismo y que hemos de conservarla limpia hasta el final de nuestra vida, porque esa vestidura es la que nos permite entrar al banquete del Señor. Y el don del Espíritu Santo que esta tarde se os regalará hará más refulgente esa vestidura. La vestidura es la configuración con Cristo, la imagen de Cristo, el pase para ir al banquete. 7.- Para el banquete de la Eucaristía de esta tarde, de todos los días y de todos los domingos y para el banquete eterno, hay que tener un vestido adecuado, hay que tener el pase para participar en ese banquete. Esta tarde el Espíritu os va a regalar la posibilidad de tener en plenitud el don del Espíritu, ese fuego que purifica, que perfecciona, que moldea según la imagen de Cristo y que después hace salir una figura de bella porcelana. Nosotros, invitados al banquete de la Eucaristía, vamos a responderle al Señor que queremos ser purificados por Él, que queremos ser rellenados de su Espíritu, que queremos vivir el amor aquilatado como el oro al fuego, y que cuanto mejor vivamos ese amor que Cristo nos transmite y nos permite vivirlo hacia Él y hacia los demás, eso es la mejor garantía de vida eterna. Tengamos en cuenta que la vida eterna empieza ya ahora, con esta purificación y con este amor. Si alguien piensa que la vida eterna empieza cuando termina la vida presente está equivocado, la vida eterna ya está presenta aquí. Ese banquete al que se refiere Jesús, las bodas del banquete eterno ya las participamos aquí en la Eucaristía y en los sacramentos, ya somos comensales de ese banquete; pero hay que ir adecuados, no se puede ir con el traje sucio o sin el traje. El que no lleve traje, el que no haya sido bautizado no puede participar de ese banquete. Y el que lo lleve sucio tampoco. Vamos a pedirle al Señor que os llene, que os regale el Espíritu y que todos hoy también renovemos esa donación de Espíritu, tanto del bautismo como de la confirmación, y que renovemos ahora nuestras promesas bautismales con vosotros los confirmandos. 8.- Hemos bendecido la nueva sede del presbiterio. No se trata de un simple sillón, sino de la “cátedra” del ministro sagrado. Quien se sienta en la cátedra es el maestro que enseña, que explica la Sagrada Escritura, que adoctrina al pueblo fiel. El Obispo, como maestro en la fe y doctrina de la Iglesia, tiene su cátedra en la “Catedral”; de ahí deriva el nombre. Hoy celebra la Iglesia la fiesta de la Virgen del Pilar. En Mollina la veneráis bajo el título de Virgen de la Oliva. Ella nos acompaña siempre y nos cuida como hijos suyos. Pidámosle que nos ayude a aceptar la invitación de Jesús de participar en el banquete de sus Bodas. La Virgen supo conservar intacto el vestido que le regalaron; no lo manchó nunca. Nosotros lo manchamos y lo podemos lavar; Ella no tuvo necesidad de lavarlo. La Virgen cuidará para que la vestidura de fiesta, que se nos regaló en el bautismo, la mantengamos limpia, para asistir al banquete, acercándonos sin miedo a la mesa de la Eucaristía, a la Cena del Señor, revestidos del perdón y de la misericordia, obtenidos por Jesucristo en la Cruz. Pedimos su maternal intercesión para mantener limpia la vestidura de hijos de Dios. Amén. Más artículos de: Homilías Apertura del Año Teresiano (Catedral-Málaga)Eucaristía con los seminaristas (Seminario-Málaga) Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir