NoticiaHistoria de la Iglesia Evangelización de Asia (y III) Publicado: 28/11/2016: 2932 Un grave problema surgió en la evangelización del continente asiático: el de las “controversias de los ritos chinos y malabares”. Dominicos, franciscanos y jesuitas evangelizaron estas tierras, pero con métodos totalmente distintos. Dominicos y franciscanos no iban suficientemente preparados, no cultivaban el estudio de las lenguas orientales, eran muy severos en el dogma y en la moral y pretendían de los futuros cristianos una conversión total, interior y exterior. Los jesuitas defendían la adaptación del cristianismo a la cultura del país donde predicaban. Estudiaban a fondo las lenguas nativas y respetaban especialmente a los sabios, valorando la ciencia oriental y aportando a su vez lo mejor de la técnica y de la ciencia occidental. Respetaban la figura de Confucio y jamás la contraponían a la de Jesús. Estas actitudes originaron una fuerte polémica entre las diversas órdenes religiosas. Y surgió el problema. ¿Puede aceptarse el vocablo “scianti” (emperador) para designar con él a Dios? ¿Se pueden encender lámparas en honor de Confucio o en memoria de los antepasados? Las respuestas de los jesuitas eran afirmativas; franciscanos y dominicos consideraban estas actitudes como idolátricas. Los jesuitas fueron denunciados por los dominicos ante Propaganda Fide, que condenó el proceder de los jesuitas; estos consiguieron del emperador chino Káng-hi un documento en el que afirmaba que estos ritos eran puramente civiles. El papa Clemente XI no llegó a leer este documento, y en 1704, prohibió los ritos chinos. Irritado el emperador, expulsó a todos los misioneros de China y mandó destruir todas las iglesias. Pío XII, siglos después, declaró lícitos los ritos chinos y malabares. Hoy sabemos que los jesuitas, al misionar entre intelectuales, tenían una visión distinta a la de los otros misioneros que trabajaban entre las clases populares. Para el intelectual chino, aquellos ritos no tenían significado religioso, pero para el pueblo aquellas costumbres tenían un marcado carácter idolátrico.