NoticiaCelebramos San Pío de Pietrelcina, ofreció su dolor por amor San Pío de Pietrelcina Publicado: 23/09/2024: 1977 Peregrinación El 23 de septiembre celebramos la fiesta de San Pío de Pietrelcina. Nacido en 1887 en la localidad italiana que está asociada a su nombre, perteneció a la orden de los Hermanos Menores Capuchinos. Su profunda espiritualidad, sus obras de caridad y los acontecimientos extraordinarios que marcaron su vida desde la más tierna infancia lo han llevado a ser reconocido por millones de devotos de todo el mundo. Ofreció sus múltiples sufrimientos físicos y espirituales, uniéndolos a la cruz de Cristo, por amor a la humanidad. Desde Málaga, el Departamento Diocesano de Peregrinaciones, Santuarios y Turismo está organizando una peregrinación a Italia para visitar, entre otros lugares santos, la tumba de san Pío de Pietrelcina. Este viaje al encuentro con las raíces del santo italiano tendrá lugar del 19 al 25 de octubre y el precio total ronda los 1.800 euros. Más información: 952 22 92 20 o en la web www.savitur.com. PLEGARIA DEL PADRE PÍO PARA DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Quédate conmigo, Señor, porque es necesario tenerte presente para no olvidarte. Tú sabes con cuánta facilidad te abandono. Quédate conmigo, Señor, porque soy débil y tengo necesidad de tu fortaleza para no caer tantas veces. Quédate conmigo, Señor, porque Tú eres mi vida y sin Ti disminuye mi fervor. Quédate conmigo, Señor, para mostrarme tu voluntad. Quédate, Señor, conmigo, para que oiga tu voz y la siga. Quédate, Señor, conmigo, porque deseo amarte mucho y estar en tu compañía. Quédate, conmigo, Señor, si quieres que te sea fiel. Quédate conmigo, Señor, porque aunque mi alma sea tan pobre, desea ser para Ti un lugar de descanso, un nido de amor… Quédate, Jesús conmigo, porque se hace tarde y el día declina… Esto es, se acerca la muerte, el juicio, la eternidad… Quédate conmigo; necesito redoblar mis fuerzas a fin de no desfallecer en el camino y para esto tengo necesidad de Ti. Se hace tarde y viene la muerte. Me inquietan las tinieblas, las tentaciones, las arideces, las cruces, las penas… ¡Cuánta necesidad tengo de Ti! Haz que te conozca, como tus discípulos, al partir el pan. Esto es: que la unión eucarística sea la luz que disipe las tinieblas, la fuerza que me sostenga y la única alegría de mi corazón. Quédate, Señor, conmigo, porque cuando llegue la muerte quiero estar unido a Ti, si no realmente por la Santa Comunión, al menos por la gracia y el amor. ¡Quédate, Jesús, conmigo! No te pido tu divina consolación, porque no la merezco, pero el don de tu santísima presencia… ¡eso sí, te lo pido! ¡Quédate, Señor, conmigo! A Ti solo busco: tu amor, tu gracia, tu voluntad, tu corazón, tu espíritu, porque te amo y no quiero otra recompensa que amar. Quiero un amor ferviente y profundo. Quiero amarte con todo mi corazón, aquí en la tierra, para seguir amándote con perfección por toda la eternidad. Así sea.