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Visita pastoral a la parroquia de Cristo Rey (Málaga)

Apertura de la Visita Pastoral al arciprestazgo de Cristo Rey
Publicado: 06/12/2020: 5993

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la visita pastoral a la parroquia de Cristo Rey (en Málaga), el 6 de diciembre de 2020.

VISITA PASTORAL

A LA PARROQUIA DE CRISTO REY

(Málaga, 6 diciembre 2020)

Lecturas: Is 40, 1-5.9-11; Sal 84,9-14; 2 P 3, 8-14; Mc 1, 1-8.

(Domingo Adviento II-B)

1.- El pueblo de Israel prepara el camino al Señor

En el destierro de Babilonia los israelitas habían visto cómo los dioses y reyes eran llevados en procesión por el camino o calzada preparada para tal acontecimiento. Estas procesiones eran manifestación visible del poder de sus dioses y de sus reyes sobre los dioses y reyes de los pueblos sometidos.

El profeta Isaías animaba a su pueblo a preparar el camino al Señor: «En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios» (Is 40, 3); «que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen; que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale» (Is 40, 4).

También el Dios de Israel con su pueblo va a recorrer procesionalmente el camino que lleva hacia la libertad. Dios cumple su palabra de dar la tierra prometida; liberando a su pueblo, revela su gloria y todos los demás pueblos aprecian su poder.

2.- Liberación y fin del destierro

Con la preparación del camino en el desierto se pone en marcha la orden de salida de la esclavitud. Los términos “camino” y “desierto” tienen un significado más teológico que geográfico; e indican el final del sufrimiento y el retorno gozoso a la patria.

En la ruta hacia la libertad surgirán obstáculos, pero todos ellos deben ser superados. El desaliento no debe cundir, porque la palabra de Dios siempre se cumple, en contraposición a las palabras humanas. El profeta habla como si la liberación ya hubiera acaecido. El pueblo debe ser consolado, porque la salvación es ya una realidad.

El heraldo es el vigía que comunica la buena nueva de lo que ve: llega el Señor poderoso llega para liberar a su pueblo: «Alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén; álzala, no temas; di a las ciudades de Judá: «Ahí está vuestro Dios» (Is 40, 9). El Señor Dios llega con poder y su recompensa lo precede (cf. Is 40, 10).

3.- Preparamos el camino al Señor

Juan el Bautista fue la voz que gritaba en el desierto, anunciando la llegada cercana del Señor y pidiendo la conversión para acogerle: «Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos» (Mc 1, 3). Necesitamos abrirle paso y enderezar el camino para que llegue a cada uno de nosotros; para que penetre en nuestras almas y las transforme; para el Señor venga a la Iglesia y a la sociedad a ofrecer su salvación.

Juan predicaba un bautismo de conversión para el perdón de los pecados» (Mc 1, 4) y exhortaba a convertirse al Señor. La llegada del Mesías supone una liberación de las cadenas de pecado que nos atan y una salida del destierro.

La liturgia de hoy nos anima a preparar el Adviento. Jesús, el Hijo de Dios, se acerca a nosotros; quiere estar y vivir con nosotros; hemos de prepararle el camino y convertirnos; hemos de limpiar lo que estorba para que Él pueda acercarse y entrar dentro de nosotros; hemos de enderezar los senderos; hemos de convertirnos al Señor y permitir que llegue hasta nosotros. De este modo el Señor nos libera de las cadenas que nos atan y nos saca del destierro.

Juan fue el heraldo de Cristo. Toda su vida fue un grito de alerta para animar a preparar el camino del Señor y convertirse a Él. La Iglesia prolonga la predicación del Bautista. Debemos ser heraldos de Cristo para quienes no lo conocen ni lo aman; esa es nuestra tarea del Adviento.

4.- Nuevos cielos y nueva tierra

El apóstol san Pedro recuerda a los cristianos que «nosotros, según su promesa, esperamos unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite la justicia» (2 P 3, 13). El Señor transforma y renueva la vida de sus fieles, haciéndoles vivir un estilo nuevo. El Señor quiere transformar nuestra situación en un cielo nuevo y una tierra nueva, donde habite la libertad verdadera, la verdad, la justicia y la paz.

La Iglesia nos invita en este tiempo de Adviento a acoger al Señor que llega para salvarnos, porque esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva. Esperamos la llegada de Jesús para que nos transforme y cambie nuestra sociedad. Jesucristo es el Salvador y la Luz, que nos ilumina para ser testigos de la salvación que Él trae; nos anima a ser lámparas que iluminan son Luz en medio de la oscuridad.

Lo viejo pasará, lo caduco desaparecerá; y aparecerá un cielo nuevo y una tierra nueva, donde se asiente el Reino de Dios, que es de paz, de justicia, de amor y de misericordia. Por ello se nos exhorta a vivir en actitud filial y piadosa ante el Señor: «Puesto que todas estas cosas van a disolverse de este modo, ¡qué santa y piadosa debe ser vuestra conducta» (2 P 3,11),

La liturgia de hoy nos anima a ser testigos de Cristo-Luz y de Cristo-Libertador. Le pedimos al Señor que abra nuestros corazones y pueda entrar y transformarnos, para salir del destierro y de la esclavitud en la que nos encontremos. Proclamemos al mundo entero que llega la Navidad, que llega el Señor para iluminar y transformar nuestra vida.

San Pedro nos invita a llevar una vida intachable ante la presencia de Dios: «Por eso, queridos míos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con él, intachables e irreprochables» (2 P 3, 14).

La Visita pastoral nos ayuda a revisar nuestra misión de ser buenos testigos del Señor en nuestra sociedad.

Pedimos a la Santísima Virgen María que nos acompañe en este Adviento y en la tarea de ir haciendo unos cielos nuevos y una tierra nueva con el Señor. Amén.

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