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Homilía Mons. Dorado: El Cristo de Urda

Publicado: 30/06/2014: 5544

El Cristo de Urda


1.- El Cristo de Urda es una figura familiar y entrañable para los hijos de este pueblo y de toda la Mancha. La imagen de este Cristo está grabada en el corazón de los que aquí nacisteis y  de los que nos fuimos a vivir fuera.

Hoy es la Fiesta de “nuestro Cristo” y por eso tenemos clavada en él nuestra mirada encendida por la fe. Se trata de un acontecimiento religioso singular, que no puede ni debe quedarse reducido a la repetición, siempre bella y emotiva, de una costumbre que forma ya parte, desde hace muchos siglos, de la historia y de la vida de nuestro pueblo.

Como acontecimiento religioso tiene su origen en la fe cristiana de nuestros antecesores, Nosotros la hemos recibido como una herencia y una gracia que debemos acoger con una fe personal y transmitirla a las próximas generaciones sin adulteraciones ni impurezas.

La Fiesta del Santísimo Cristo es como el “paso” del Señor por nuestras calles y nuestras vidas, que nos invita a fortalecer nuestra fe y nuestro compromiso apostólico en un clima de conversión, de oración y de solidaridad con los más pobres. Si estas Fiestas no nos hacen mejores, más cristianos y más evangélicos; si no nos acercan más a nuestro Padre Dios y a nuestros hermanos los hombres, me temo que se queden en unas celebraciones vacías y sin sentido.


2.- El Santísimo Cristo es siempre portador de un Mensaje, de una Palabra de Vida. Él mismo es el Mensaje y la Palabra. Y es bueno que cada uno le preguntemos en el silencio del corazón: ¿qué quieres de nosotros aquí y ahora?, ¿qué quieres decirnos a cada uno de nosotros y a tu Iglesia?

Si queremos ser verdaderos devotos del Cristo y mensajeros y testigos de su Evangelio, tenemos que avanzar hacia una renovación de nuestras comunidades cristianas. La Iglesia, que somos todos, tiene que saber preguntarse con humildad hasta qué punto está respondiendo a Dios y hasta qué punto está sirviendo a los hombres. Las dos “pasiones” que dan vigor a la Iglesia son la pasión por Dios y la pasión por los hombres. Urge que centremos cada día más nuestra fe y nuestra vida en la persona de Jesucristo. “El cristianismo es Jesucristo”, nos ha dicho el Papa. Frente a una cultura que parece querer marginar a Dios por decreto, por ideología o por consigna, la tarea más urgente para los cristianos y para las comunidades eclesiales es redescubrir el sentido religioso de nuestra vida; es decir, nuestra relación con Jesucristo Resucitado y nuestra apertura al Evangelio. Pienso que hoy, Dios y el encuentro personal con el Cristo es la gran cuestión pendiente, incluso para los cristianos practicantes, para que podamos hablar con Dios con palabras auténticas y para que, como Job, podamos decir estremecidos: “Te conocía sólo de oídas; ahora te han visto mis ojos”.


+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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