DiócesisHomilías Misa del alba de la Cofradía del Cautivo (Parroquia San Pablo-Málaga) Misa del alba de la cofradía del Cautivo. FOTO: Marilú Báez/Málaga Hoy Publicado: 15/04/2019: 2986 MISA DEL ALBA DE LA COFRADÍA DEL CAUTIVO (Parroquia San Pablo-Málaga, 13 abril 2019) Lecturas: Ez 37,21-28; Sal (Jr 31,10-13); Jn 11,45-57. Dimensión divina de la redención 1.- Un año más la Cofradía del Cautivo nos convoca para celebrar esta Misa del Alba, tan concurrida y esperada, tan llena de esperanza y de sentimiento. Hemos acudido a la cita anual, porque queremos encontrarnos con Jesús, Señor y Dios nuestro. La imagen de Jesús Cautivo se acercará al Hospital para bendecir a los enfermos, al personal médico y a todos aquellos que anhelan mejorar su salud. Este Jesús, Cautivo de amor, no solo cura heridas físicas y enfermedades corporales, sino que, sobre todo, sana y cicatriza heridas espirituales, que son mucho más graves y dañinas. El año pasado reflexionamos sobre la dimensión humana de la redención. Jesús Cautivo es el Redentor del ser humano, que salva y da la vida eterna, que “manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación” (Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 22), porque el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado. Sin Jesucristo no se entiende la vida del hombre, porque la verdad del ser humano solo encuentra en Cristo su explicación más profunda. 2.- Gran parte de nuestra sociedad ha perdido el horizonte cristiano y, por ende, ha perdido el norte y el valor de su vida. Hay mucha gente desorientada, desanimada y propensa a quitarse la vida, porque la encuentra vacía y sin sentido. En España hay tres veces más suicidios, que accidentes mortales en carretera; pero esta información no es noticia. Muchas modas, e incluso algunas leyes, van contra el mismo ser humano; ofrecen felicidad, pero al final solo otorgan vaciedad del alma y hastío. La persona humana no puede comprenderse a sí misma sin aceptar la realidad de su vida. Jesús Cautivo me ama como soy y murió en la cruz por mí, para otorgarme la vida verdadera: «El que cree en el Hijo posee la vida eterna» (Jn 3,36; cf. 1,4; 6,48; 8,12). El Señor quiere hacer una alianza de amor con nosotros, queridos cofrades y fieles cristianos, tal como hemos escuchado al profeta Ezequiel: «Concluiré con ellos una alianza de paz, que será para ellos una alianza eterna» (Ez 37,26). Dios quiere que le abramos el corazón, para morar en nosotros y que lo aceptemos como Señor de nuestra vida (cf. Ez 37,27). 3.- La celebración de la Misa del alba de la Cofradía del Cautivo nos congrega en torno a la impactante imagen de Cristo maniatado. Contemplando con mirada de fe y de amor el rostro y la actitud del Cautivo, podemos apreciar una realidad más profunda. Nos habla de amor y de entrega; nos habla de perdón y de misericordia; nos habla de humildad y mansedumbre; nos habla de dolor y de resignación. Esta imagen expresa el gran amor que Jesús Cautivo nos profesa; amor que abraza a todos los hombres de todos los tiempos, a pesar de tener las manos maniatadas; amor que transforma a toda persona. El ser humano no puede vivir sin amor; de lo contrario, permanecería como un ser incomprensible incluso para sí mismo; si no se encontrara con el amor, su vida carecería de sentido (cf. Juan Pablo II, Redemtor hominis, 10). Si no viviera esta experiencia profunda y humanizante, quedaría vacío; si no experimentara esta actitud tan sublime y sanante, permanecería en la angustia y el dolor. 4.- Jesús de Nazaret, cuya imagen contemplamos ante nuestros ojos, padeció por nosotros, nos dio ejemplo para seguir sus pasos y nos abrió el camino hacia el Padre. Los cristianos, configurados a imagen del Hijo, el Primogénito, reciben las primicias del Espíritu (cf. Rm 8,23), que les capacitan para cumplir la ley nueva del amor. Este mismo Espíritu, prenda de la herencia eterna (cf. Ef 1,14), restaura a todo hombre hasta que llegue la redención del cuerpo (cf. Rm 8,23). Esta es la gran noticia de la Pascua: «Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús también dará vida a vuestros cuerpos mortales» (Rm 8,11). El cristiano y todo hombre de buena voluntad, asociado al misterio pascual y configurado con Cristo, llegará por la esperanza, a la resurrección. Como dice el Concilio Vaticano II: “Este es el gran misterio del hombre que la revelación cristiana esclarece a los fieles. Por Cristo y en Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte, que fuera del Evangelio nos envuelve en absoluta obscuridad. Cristo resucitó; con su muerte destruyó la muerte y nos dio la vida, para que, hijos en el Hijo, clamemos en el Espíritu: Abba!, ¡Padre!” (Gaudium et spes, 22). Queridos cofrades y fieles todos, en esta hermosa mañana de primavera el Señor Jesús Cautivo nos invita a contemplarle, a seguirle, a amarle y a darle gracias por la salvación que nos ofrece. ¡No rehuséis su invitación, no reneguéis de él, no le traicionéis! Él espera nuestro amor. Le pedimos a María Santísima de la Trinidad coronada, nuestra madre, que nos acompañe en el camino de seguimiento de su Hijo Jesús. Amén. 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