Vida DiocesanaHojas de hierba

Familia, cuna y custodia de la vida

Publicado: 03/06/2015: 6355

En la vida aquello que importa es necesario cuidarlo. La familia es un ámbito especialmente sensible a la atención que le debemos dispensar. No todo vale en la vida familiar.

Sin ir muy lejos, con los niños no se juega. No se deben utilizar como moneda de cambio. Máxime si pretendemos que se eduquen y crezcan en un ambiente saludable emocional, cultural o religiosamente hablando. Hay quienes con su estilo de vida demuestran algo sorprendente: que los animales se portan mejor con sus crías que ellos mismos. Utilizar a lo más débil del hogar como arma arromadiza demuestra una extrema falta de sensibilidad, educación y madurez.

Urge rescatar el cuidado de los más pequeños con gestos sencillos, desprendidos y cotidianos. Con actitudes cercanas, respetuosas y honestas. Con disposición abierta, tierna y divertida. La familia es un don de Dios. Y los hijos especialmente. Aquel que no sea creyente, a poco que valore la familia y la prole, entenderá también que la familia es algo sagrado. En el sentido evocador de la palabra. Desgraciadamente, no todo el mundo entiende la familia, el matrimonio o la vida en común como una oportunidad única para crecer de manera plena como personas. Hay gente egoísta que solo mira por su ombligo e intereses en el ámbito familiar. Como también existe la otra cara de la moneda: personas que han entendido que la vida sin familia carece de sentido. Fruto de ese convencimiento, estos últimos se han empleado a fondo entregando la vida, dando lo mejor de sí mismos, comprendiendo que a pesar de las circunstancias las cosas llevan su ritmo y que lo importante es no perder la comba.

La comunidad doméstica es hogar y supone custodia de la vida. Como hogar conviene tenerlo siempre cuidado, atendido, mejorado. Como espacio de custodia es necesario guardarlo, protegerlo, reforzarlo. Cuando la familia se cuida y se protege por parte del padre y la madre; de los hijos o los abuelos; de los tíos o los sobrinos... se establece un espacio privilegiado precioso donde se sientan bases para un crecimiento integral donde todas las dimensiones crecen. También la espiritual. Una familia crecerá unida con más facilidad si la dimensión espiritual se cultiva. Si el respeto a la libertad y a los procesos personales se valora. Si los niños son educados con amor, autoridad y dedicación. Si se cuidan los pequeños detalles, la fidelidad y la lealtad.


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