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Málaga recuerda al beato Pablo VI

Publicado: 17/10/2014: 15574

Este domingo está teniendo lugar en Roma la beatificación del papa Pablo VI. Coincidiendo con este acontecimiento, el obispo emérito D. Antonio Dorado Soto, sacerdotes y seglares malagueños nos cuentan cómo lo recuerdan

El papa Francisco aprobó el pasado mes de mayo el milagro atribuido a su intercesión, la curación de un niño en el vientre de su madre. La beatificación coincide con la clausura del Sínodo de Obispos, un organismo de la Iglesia creado por Pablo VI, que este año se centra en la familia

“Un hombre brillante, profundamente espiritual, humilde, reservado y de cortesía infinita». Así describen a Pablo VI quienes mejor le conocieron.

Su pontificado se desarrolló entre 1963 y 1978. Giovanni Battista Montini fue uno de los pontífices más viajeros de la historia, el primero en visitar los cinco continentes y Tierra Santa, por lo que se le llamó “El Papa de la Diplomacia”.

Escribió doce exhortaciones apostólicas y siete encíclicas. Entre ellas, la “Populorum progressio”, sobre la necesidad de promover el desarrollo de los pueblos; y la “Humanavitae”, dedicada a la defensa de la vida y la familia. En 1970, tres años antes de su fallecimiento, el papa Montini elevó a Santa Teresa de Jesús a la condición de Doctora de la Iglesia, lo que ocurría por vez primera con una mujer.  51 años después de su proclamación como Papa, el obispo emérito D. Antonio Dorado Soto, sacerdotes y seglares malagueños nos cuentan cómo lo recuerdan. 

D. Antonio Dorado Soto: «Pablo Vi es el gran desconocido»

Dos décadas antes de convertirse en prelado malagueño, D. Antonio Dorado Soto, fue nombrado obispo de Cádiz-Ceuta por Pablo VI en el año 1973. El obispo emérito de la Diócesis dedica la siguiente reflexión al Papa que este domingo es nombrado beato:

«La figura de Pablo VI se agiganta con el paso de los años. Ya Papa hizo suyo el proyecto del “Papa bueno” Juan XXIII, convencido como estaba de la necesidad del diálogo de la fe con el mundo moderno. Por otra parte, invitó a la Iglesia a salir de sí y a dialogar con todos.  Fue él quien inició los viajes a los cinco continentes. Señaló como prioridad de la Iglesia la Evangelización, de manera especial a los pobres y marginados, como se echa de ver en el discurso de apertura de la  segunda sesión del Concilio y en el precioso documento “La evangelización en el mundo contemporáneo”. Su Encíclica Populorum progressio aborda con hondura y rigor el tema de la justicia entre los pueblos y la necesidad de un rearme moral.  En la Humanae Vitae hace una defensa lúcida y apasionada de la familia y de la vida. También se preocupa de los problemas internos de la Iglesia. En su Materialis cultus resitúa con gran hondura la devoción a la Virgen; y en su Mysterium Fidei da claves para sostener la fe de los cristianos y la fidelidad a la Tradición.

En España, su apoyo al Cardenal Tarancón significó una ayuda muy valiosa para el proceso hacia la democracia. Fue un hombre muy austero, que manejó mucho el verbo servir, capaz de dudar de sí y de mantenerse siempre en búsqueda, pero siempre convencido de que era Dios quién le sostenía y quien guía a la Iglesia. Se despidió de la escena de este mundo y fue “al encuentro del juicio y de la misericordia de Dios”, como dejó dicho en su testamento, el 6 de agosto de 1978, a las nueve de la noche. ¡Era la hora de la verdad, la verdad de Dios!».

Ángel Márquez: «Pablo VI fue incomprendido por muchos»

Ángel Márquez trabajó durante toda su vida en el Obispado de Málaga, siendo secretario de varios de los últimos obispos. Sobre Pablo VI, Ángel afirma: «Recuerdo que fue un Papa incomprendido por muchos católicos españoles. Algunos de sus gestos no fueron aceptados por diferentes grupos, como la petición de clemencia ante las condenas de muerte en nuestro país». Ángel resalta también el gran impacto que tuvieron en todo el mundo sus encíclicas “Humanae vitae”, y en el orden social la “Populorum progressio”.

Francisco García Mota: «Un hombre de Iglesia que supo servir a la Iglesia»

El sacerdote diocesano Francisco García Mota era un joven presbítero, formador en el Seminario malagueño, cuando Pablo VI fue proclamado Papa. «Yo me ordené sacerdote el 8 de diciembre de 1954, antes de que llegara al Vaticano Pablo VI. Seguimos la proclamación del Papa por las noticias del periódico con mucho cariño y con mucho entusiasmo», recuerda Francisco, que a sus 84 años evoca los hechos con una memoria extraordinaria. Entonces no tenían televisión, y el periódico y la radio eran los únicos medios para mantenerse informados. Para García Mota, uno de los capítulos más destacados del pontificado de Pablo VI reside en el Concilio Vaticano II, que fue convocado por Juan XXIII. «Pablo VI heredó aquel reto de la convocatoria universal de un concilio. Pero él era totalmente distinto, a mi parecer, a Juan XXIII. Yo creo que él sufrió mucho en la terminación del concilio». García Mota considera que fue meritoria la labor continuista de Pablo VI al frente de esta misión.

Antonio Guadamuro: «Se le hace beato porque se lo merece»

El periodista malagueño de Cope, Antonio Guadamuro, de 74 años, también recuerda el pontificado del nuevo beato de la Iglesia: «Yo conocí a Pío XII, que era el Papa recto, que impresionaba –recuerda
Guadamuro-. Luego vino Juan XXIII, que era muy bonachón, como ahora lo es el papa Francisco. Y luego llegó Pablo VI que fue un Papa muy comprometido con el aspecto social de la Iglesia, cosa que ahora ha seguido el papa Francisco». El periodista malagueño destaca: «Estaba siempre abierto a los pobres y a los necesitados, a los abandonados, a la familia. Dentro de su labor pastoral, incidía mucho en las encíclicas en este tema». Guadamuro evoca que Pablo VI abrió el camino de los viajes al exterior a sus sucesores. Para Guadamuro, el recuerdo de Pablo VI también está estrechamente ligado a Herrera Oria: «Todos los domingos, cuando voy a Misa a la Catedral, rezo ante el sepulcro de Herrera Oria, porque le tengo una devoción tremenda y recuerdo que fue ordenado cardenal por el papa Pablo VI». El periodista afirma: «A Pablo VI se le hace beato no por capricho ni por nada, sino porque se lo merece».

Santiago Correa: «Muy marcado por la devoción a sus padres»

El sacerdote diocesano y profesor de Historia de la Iglesia Santiago Correa apunta que Pablo VI siempre manifestó su firme admiración por la familia cristiana: «Paulo VI –como a él le gustaba que le llamaran- estuvo, desde pequeño, muy marcado por la devoción hacia sus padres». Santiago Correa cita al célebre filósofo francés J. Guitton, que fue gran amigo de Pablo VI. En su obra “Diálogos con Pablo VI”, Guitton recoge las palabras que le confió el pontífice: «Debo a mi padre ejemplos de coraje, la obligación de no rendirse fácilmente al mal». A su madre, el papa Montini le dedicó las siguientes palabras: «A ella le debo el sentido del recogimiento, de la vida interior... Toda su vida ha sido un don. Al amor de mi padre y de mi madre, a su unión, debo el amor a Dios y el amor a los hombres».

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