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Declaración final de la 71 Asamblea General de Cáritas

Publicado: 01/07/2014: 7456

La crisis sigue siendo un duro sacrificio para muchas familias. Somos testigos de la desesperación de numerosas personas que acuden a Cáritas en busca de ayuda y seguimos asistiendo con dolor al desmantelamiento de servicios sociales y restricciones de derechos, y al abandono a su suerte de todas esas personas, que, como denuncia el Papa Francisco, son víctimas de “esa cultura del descarte en la que el dios-dinero está en el centro”.

Aunque a la luz de los datos macroeconómicos comienza a trasladarse a nuestro imaginario colectivo la idea de que la crisis ha terminado, constatamos, sin embargo, que sus efectos más graves no han desaparecido en el día a día de las personas más desfavorecidas. Es
más, una eventual salida de la crisis dejaría tras de sí una sociedad más desigual y precaria, con nuevas víctimas que se suman a las que ya existían antes de la recesión, con unos derechos sociales más restringidos y expuestas a una forma de analizar la realidad que, sin rubor, entiende que las personas solo son “rescatables” si las leyes de la economía lo permiten.

El camino hacia un escenario mejor es todavía incierto y, en cualquier caso, será largo. Este
nuevo contexto nos obliga, como Cáritas, a cambiar para poder responder a las nuevas
situaciones, distintas tanto de las que hemos venido afrontando en lo más grueso de la crisis como las de la etapa anterior. Es necesario escuchar la llamada de Francisco a “salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio”.

Por todo ello, los miembros de la Asamblea General de Cáritas queremos apostar por construir una sociedad:

- Que ponga en el centro a las personas y donde la economía esté a su servicio para primar la vida y la sostenibilidad, en lugar de ser un instrumento de exclusión e injusticia.

- Que apueste por reafirmar los valores comunitarios de solidaridad y fraternidad a favor de todas las personas, especialmente de las más débiles, para sostener una sociedad verdaderamente ética y democrática.

- Que fortalezca su compromiso con el desarrollo global y la cooperación con los países del Sur, frente al mero crecimiento económico.

- Que se abra a la realidad de un mundo global y sin fronteras, en el que todos, iguales en dignidad y derechos, somos una sola familia humana.

- Que se base en la corresponsabilidad, donde los distintos actores asuman sus respectivos compromisos:

- Las Administraciones públicas, en cuanto garantes de derechos, son responsables últimas de implementar políticas y dotarlas de recursos y servicios suficientes para garantizar un Estado de bienestar de calidad. No pueden desentenderse de esa misión ni apelar al papel protagonista de otros como excusa para no acometer su papel.

- La sociedad civil debe jugar un rol proactivo y comprometido en defensa del bien común, velar porque el Estado desarrolle su función y asumir un liderazgo ético en la defensa y la construcción de un proyecto social compartido.

- El mercado debe cumplir con su responsabilidad social a favor del bien común y no pretender sacar provecho de esta situación.

- Las personas deben orientar sus vidas hacia actitudes de vida más sencillas y modelos de consumo más sostenibles para que todos seamos responsables de todos.

En este contexto, queremos ser una Cáritas que camine con la mirada puesta en dos
referencias: Cristo y los pobres. Esto nos obliga a:

1. Salir a las periferias para acompañar a los que quedan excluidos de todos los espacios y
desarrollar iniciativas innovadoras y significativas, que pongan de manifiesto que es posible
vivir desde lógicas alternativas a modelos económicos e individualistas.

2. Hacer incidencia pública para denunciar las estructuras de injusticia, de dolor y de sufrimiento, y realizar propuestas concretas que ayuden a poner en práctica el mensaje del Evangelio.

3. No sustituir la acción de las Administraciones públicas, desde una convicción del cuidado de “lo común” sustentado en los principios de subsidiariedad y solidaridad.

4. No caminar solos y apostar por el diálogo con los Gobiernos para, desde la experiencia y la visión que nos da el trabajo directo con las personas, poder incidir en las políticas sociales. Queremos implicarnos también con los movimientos sociales en la lucha por los más pobres y desarrollar, desde la coherencia ética con nuestros valores, iniciativas conjuntas con las empresas.

5. Reafirmar de manera universal la defensa y el respeto de los derechos humanos y la dignidad de todas las personas desde los principios de la Doctrina Social de la Iglesia.

6. Creer en la participación de los más pobres para ser una organización en la que todos los
que acuden en busca de ayuda y escucha encuentren un espacio comunitario abierto, donde tenga cabida la espiritualidad, donde ellos sean los auténticos protagonistas también en la construcción de la sociedad, desde la corresponsabilidad como ciudadanos y el convencimiento de que todos poseemos potencialidades para servir a un proyecto común.

7. Estar atentos a lo que realidad cambiante requiere de nosotros, de manera que podamos detectar las nuevas situaciones de pobreza sin ocultar aquellas que tradicionalmente hemos acompañado, incluso en épocas de bonanza.

8. Fortalecer, desde nuestra presencia en el territorio y las parroquias, la animación comunitaria, donde el capital relacional sea el eje vertebrador de la vida en comunidad.

9. Trabajar, a través de nuestra participación activa en Cáritas Internationalis y en las redes nacionales e internacionales del sector social, por los derechos de las comunidades y
pueblos olvidados.

10. Apostar porque la ciudadanía no se adquiera solamente por la vía del empleo, pues entendemos que el reconocimiento de la dignidad de las personas no puede supeditarse a
su situación laboral.

Asumimos estos compromisos empujados por una realidad en la que se siguen construyendo muros cada vez más altos, verjas que cercenan sueños y cruces trenzadas por concertinas. Siguen existiendo espacios prohibidos para muchos, derechos que ya no lo son y lógicas que nos invitan a pensar únicamente en nuestro propio bienestar.

Ante ello, junto con nuestra denuncia, lanzamos también desde Cáritas un mensaje de
anuncio y esperanza, convencidos de que, juntos, podemos aportar elementos para la
construcción de un nuevo modelo social en el que los bienes sean para todos y donde el
otro es nuestro hermano.

El Escorial, 29 de junio 2014

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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