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Diario de una adicta (LXIII). Otra vez el amor

Publicado: 16/06/2017: 2792

Una de las afirmaciones que he agarrado como instrumento de motivación y para potenciar la voluntad, es que “el amor es esencialmente transitivo y que nunca se puede dar gratis porque antes o después, de una manera o de otra, alguien te lo va a devolver”.

En mi caso, me encuentro cada vez más liberada y, de manera muy especial, me está curando una herida que lacera mi corazón, y es el sentimiento de culpabilidad con respecto a mi familia, que no se separa mucho tiempo de mi mente, y que me frena y oscurece muchas de mis iniciativas. No lo he comentado con nadie, pero la procesión parece que se va diluyendo y estoy asumiendo serenamente mi responsabilidad,  a la vez que intento colocarla en sus justas proporciones, porque lo que me sigue interesando es el futuro, del que empiezo a tener "nostalgia", y no del pasado que lo estoy pisando.

Mi esquema de pensamientos que cumplan los requisitos de positivos los estoy casi completando en este primer intento. Ninguno los puedo separar del amor, sentimiento que se encuentra en todos ellos. A la vez analizo los negativos o los que considero perjudiciales para mí y mi familia, para despejarlos de mi mente y dejar espacio vacío y limpio para introducir los elegidos. Al analizar éstos, me he sorprendido: ya pienso más en la felicidad de los demás que en la mía, y mi sorpresa ha aumentado, al experimentar que este pensamiento me llena de una alegría que no puedo explicar, pero que explota de gozo en mi interior.
Siento una libertad, difícil de explicar, al conseguir que aparezca con fuerza en mi corazón la preocupación por lo demás y que me hace incluso despreocuparme de la mía: ¿pensar antes en los demás? ¡Qué paz me ofrece esta actitud! No se trata de hacer de la necesidad virtud, sino de dar salida a lo que de humano somos, independientemente que las consecuencias para la salud corporal y psicológica encuentran en estas prácticas su más fuerte instrumento preventivo; son reflexiones de un libro sobre las emociones y afectos, que  hacía un recorrido sobre los sentimientos de odio, que hay que erradicar, porque al igual que la ira, la venganza y la ambición, provocan un caos emocional tan grave en la persona, que al hacerla perder su paz mental, precipitan una situación intensa de nerviosismo, es decir de estrés, y éste es causa de la mayoría de las enfermedades pues debilita nuestras defensas frente a bacterias, virus y gérmenes.

Ya no me enveneno con mis propios pensamientos, y recuerdo con paz y sin alterarme, las indiferencias o desprecios de los que he sido objetivo durante mucho tiempo. Incluso los discuto y los analizo para intentar sacar conclusiones positivas; claro que viéndolos en la mente y sin la carga emocional, la sensación de control que tienes se refuerza, de una manera muy singular, la experiencia de sentirme con autonomía y libertad para dejarlas sin efectos sobre mi vida.

José Rosado Ruiz

Médico acreditado en adicciones

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