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Diario de una adicta (LXII). Más tesoros

Publicado: 09/06/2017: 3185

No sé por qué, estas joyas que estoy descubriendo, no me las enseñaron en la escuela.

Mis padres tampoco me la podían ofrecer pues a ellos les ocurre lo mismo que a mí: son temas que no conocían, por eso, a veces, su ilusión e interés es mayor que el mío, y gozan de igual manera cuando comentamos y reflexionamos sobre ellos. De forma colateral, un gran tesoro es el que estamos disfrutando en las reuniones casi diarias que tenemos. ¡Cuánto tiempo perdido!, pero nunca es tarde para recuperarlo.

El tema actual que estamos valorando es el de la fuerza de la mente, y no hablamos de las mentes prodigiosas o llenas de poderes extrasensoriales o cosas por el estilo, sino de la nuestra, la normal, de la mía que se encuentra en convalecencia y con heridas, es decir ¿como cualquier mente?

Llevamos más de dos semanas en el capítulo concreto de la energía mental que se genera en nuestra cabeza por los pensamientos positivos. Lo estamos haciendo en conjunto y después, cada uno por su cuenta. En principio hemos apartado todos los pensamientos negativos, o sea, todos los que no generen una actitud positiva que es siempre la que multiplica el amor en nosotros y entre nosotros.

Con estas perspectivas analizamos nuestras vidas. Es realmente un guión de vida para alcanzar una integración interior que es la condición imprescindible para la felicidad propia y ajena. Nadie duda que los pensamientos son auténticos medicamentos “no químicos” pero con similares capacidades.

Ya comprendo, que lo que pensamos es nuestra auténtica realidad, pues anteriormente lo consideraba una retórica, y no dejaba de ser como una bonita consigna, sin más. Pero es muy grande el poder que tiene un pensamiento arraigado en nuestro interior, pues es el que dirige nuestra conducta y alimenta la intención permanente para continuar. Es la semilla de la que brotarán de manera directa los frutos en concordancia con su mensaje.

No hay duda que nuestras actitudes, expresiones y relaciones con los demás, se encuentran determinadas por las ideas o esquema de valores, que alimentados por lo que pensamos son los auténticos motivadores de nuestra conducta. Son los que nos impulsan a una reflexión y valoración de todo lo que existe, nos sucede, deseamos y queremos.

Es evidente que todo lo que existe tuvo previamente una realidad en la mente de la persona: existe lo que previamente hemos pensado y por lo tanto podemos crear nuestra propia realidad: ¡qué alentadoras meditaciones me han provocado esta idea!

José Rosado Ruiz

Médico acreditado en adicciones

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