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Diario de una adicta (LII). La soledad

Publicado: 31/03/2017: 3766

Me acuerdo que después de aquello, mi amiga volvió a pedir ayuda. Se puso en tratamiento y dejó de consumir, pero su aislamiento no lo podía soportar y así me lo manifestaba con una gran tristeza.

A veces consumía sin ganas. Era un consumo para poder seguir siendo atendida, y poder hablar con alguien; una persona que la escuchara. Por eso no  quería que le diera negativo los análisis que de droga se tenía que hacer, pues si esto ocurría durante un tiempo, le podían dar el alta terapéutica, y entonces, ¿adónde ir?, ¿a quién contarle sus cosas?, ¿qué hacer durante todo el día?

Yo intentaba consolarla con palabras positivas y animosas. Una vez le dieron la droga muy contaminada y se pasó unos días sin saber ni dónde estaba. Estuvo a punto de morir y, me confesaba, que era lo que deseaba.

De una manera imprevista vino a visitarme y fue una tarde de angustias y miedos, pues se encontraba mal y su confesión me dejó despistada y preocupada. - Paula, el consumo de la droga ni lo quiero ni lo necesito, pero no encuentro argumentos para abandonar una rutina que me hace olvidarme que existo y en este olvido encuentro descanso a todas las tormentas que me esperan en la superficie, porque cuando vuelvo a la realidad no encuentro alternativas fundamentadas para dirigir mis pasos hacia una dirección, y sin saber hacia dónde ir es muy complicado asumir decisiones que orienten mi vida. La droga si me ofrece estados de conciencia que me libran y me ofrecen tiempos de ausencia y de amnesia que para mi son muy terapéuticos.

¿Estoy loca? ¿Son locos los demás? ¿Qué deseos animan mi vida? No tengo respuestas pero mi gran ilusión es poder encontrarlas. Mi mente se encuentra muchas horas al día en blanco. No quiero nada, no tengo nada y no deseo nada ¿Estoy pensando, soñando, imaginando...?-

Hace tiempo que perdí el contacto con ella, pero una vez que me encontré casualmente con ella, me saludó de manera protocolaria e indiferente- Hola Paula, ¿cómo estás? -. Y sin esperar respuesta me comentó que se ganaba la vida muy bien y que no necesitaba a nadie. Se le notaba seca, encerrada, endurecida y con una actitud de permanente desafío a todo y a todos.

José Rosado Ruiz

Médico acreditado en adicciones

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