Noticia Diario de una adicta (LI). Una amiga Publicado: 24/03/2017: 3733 Por eso al enfrentarme y mirar hacia el porvenir, comprendo lo que una amiga mía me confesaba, y yo creía que deliraba. Me decía: Paula, lo importante no es salir sino mantenerse. Porque lo esencial es encontrar una alternativa válida- . Ella estaba totalmente enganchada y no tenía miedo a nada, ¡ni al mono!- Sólo tienes que pasar unos cuantos días encerrada en tu casa. Así lo he superado en varias ocasiones y sin ayuda de nadie, excepto una vez que ingresé en una granja evangelista, y por el cuidado, cariño y respeto con el que me trataron, dejé de consumir casi sin problemas, y a pelo. Apenas tuve molestias porque lo tenía muy claro, e incluso me planteé seguir con ellos. Al final decidí irme y seguir con mi vida- . La última vez, me comentó, lo pasó en la calle, dentro de una furgoneta y en unos días que casi ni comió. Pensaba que no era peor que aguantar las palizas que, durante un tiempo, le daba su pareja y de manera decisiva las humillaciones a las que le sometía cuando a él le daba la gana, sin saber la razón o motivo; el mono no era su problema, lo que en realidad le tenía pavor y terror es al después. ¿Y luego, qué hacer? ¿Hacia dónde dirigir su vida después de 6 años en exclusividad con el estilo de vida que la droga le había impuesto? ¿Quién le podría ayudar? ¿Qué alternativas existían? ¿Cómo estaría por dentro o cuantas enfermedades le podían salir? Eran preguntas sin respuestas. Una de las veces que mejor superó, y con dignidad, el síndrome de abstinencia fue cuando murió su madre, en que su situación emocional le hizo valorar firmemente la posibilidad de cambiar radicalmente de vida. Las circunstancias fueron muy negativas. Se encontraba sola, triste y con un gran sentimiento de pena, soledad y culpabilidad, pues su madre era su única referencia afectiva; durante el entierro estuvo rodeada de un gran vacío familiar. Posteriormente y en contexto de una reunión con los hermanos para hablar de la herencia, ellos tuvieron duras palabras de reproches en que se le acusaba, de manera más que directa, en el sufrimiento que había ocasionado a su madre y probablemente adelantado su muerte. La recaída en el consumo fue brutal, tremenda, a por todas, y sin miramientos.