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La Corona de Adviento

Publicado: 30/11/2012: 7667

Los mosaicos del siglo XII de la portada de la Basílica de Santa María en Trastevere de Roma, resumen y anticipan, como si se tratase de una profecía, la tradición de la Corona del Adviento.

Hay un trono de la Virgen con el niño Jesús, rodeada de cuatro muchachas; dos portan lámparas de aceite encendidas, y otras dos, con velo, con la luz apagada. El aceite que se quema en la lámpara, o bien la cera, para transformarse en luz, es una metáfora del cristiano que espera, con la luz de la fe, de la noche de Pascua, la consumación de la historia y del cosmos, la venida de Jesucristo.

PRESENCIA REAL DE DIOS

El hecho de encender lámparas con una finalidad cultual está atestiguado en la historia de las religiones. La luz proveniente de la lámpara ahuyenta los poderes maléficos e inquietantes de las tinieblas. La lámpara es signo de la presencia real de Dios. Así el Corán declara: “Dios es la luz de los cielos y de la tierra. Su luz es como una hornacina en la que hay un pábilo encendido” (Sura 24, 35). En la fiesta de la Hanukkah judía, las familias judías piadosas encienden gradualmente el candelabro o Menorah, conmemorando la victoria de Dios sobre la oscuridad de la injusticia y la impiedad. La actual forma de la corona de Adviento se debe al luterano Johann Hinrich Wichern, que atendía un albergue de huérfanos en Hamburgo. En Adviento los niños le preguntaban con frecuencia los días que quedaban para la Navidad.

En 1839 revistió una vieja rueda de carreta con hojas pequeñas y con 19 velas pequeñas rojas y cuatro velas más grandes: Las velas rojas se encendían en los días feriales mientras las blancas se encendían los domingos pues, según iba brillando, el mundo se encuentra con la luz de la Navidad. Por eso las llamas deben ser permanentes en las cuatro semanas e ir creciendo progresivamente, de tal manera que la corona sea un signo verdadero estando atentos para mantener las lámparas encendidas.

Con la invasión y agresividad comercial, corremos el riesgo de percibir el Adviento como un tiempo un tanto ficticio. Un texto para ayudarnos del Cardenal Newman: «Es necesario estudiar de cerca el sentido de la palabra velar… No sólo hemos de creer, hemos de vigilar; no sólo hemos de amar, tenemos que velar; no sólo es necesario obedecer, hay que estar alerta. ¿Y por qué hemos de velar? Para acoger este gran acontecimiento: venida de Cristo. Vela con Cristo quien no pierde de vista el pasado mientras mira hacia el porvenir y completa lo que el Salvador

Autor: José Luis Bellón, sacerdote diocesano

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