La carta -enviada a la Agencia Fides- se dirige a los cristianos y a todos los ciudadanos sirios, al mundo entero, subrayando "con los ojos y el corazón llenos de lágrimas", que las víctimas, en cada comunidad de la población siria, dejan una huella de "angustia familiar, social y nacional". Como camino para resolver la crisis, el Patriarca, una vez más, llama a todos al diálogo, "para ir más allá de nuestras heridas, los sufrimientos y el derramamiento de sangre", invitando a un proceso de "reconciliación cara a cara". El llamamiento constata que "este es el camino más difícil, pero es el único razonable, porque representa una garantía para el futuro". De todas las maneras, añade, "es inevitable", porque ninguna de las partes en lucha consigue prevalecer sobre la otra. "La violencia genera violencia; el diálogo refuerza, y hace que el diálogo fructifique. La reconciliación prepara los corazones y las inteligencias para un ulterior diálogo y reconciliación".

El líder de la Iglesia greco-católica recuerda que "la Iglesia en Siria está llamada al ministerio de la reconciliación, con todos los medios disponibles", apoyando el trabajo precioso del movimiento "Mussalaha" ("Reconciliación"), iniciativa popular interreligiosa, nacida en la sociedad civil siria. El Patriarca, abogando un esfuerzo por la paz que sea compartido por "todas las Iglesias hermanas en todo el mundo católico, ortodoxo y protestante", pide a los líderes espirituales que unan sus voces a la de la Iglesia siria en "una campaña internacional en favor de la reconciliación en Siria".

A los fieles cristianos se les solicita "paciencia" y que no abandonen el país, mientras que a todos los ciudadanos sirios se les pide que busquen "un camino diverso al de la violencia", "porque al final, nadie vence con la violencia, sino que todos vencen con el perdón". "Por el ministerio de la reconciliación, estoy dispuesto a dar mi vida", concluye Gregorio III. (PA).