NoticiaEn los Medios Kairós, el tiempo de la sorpresa Publicado: 07/01/2021: 25604 EL ALFÉIZAR La palabra kairós, hunde sus raíces en la antigua Grecia, para referirse, como concepto, a un momento, quizá indeterminado en el que algo importante sucede. Me gusta. Su significado literal sería momento adecuado u oportuno. En el cristianismo sería el momento de Dios; el tiempo de Dios. En este sentido, la Navidad sería tiempo de Dios: momento de sorpresa, de misterio y contemplación. Según el cristianismo, Dios irrumpiría con su nacimiento de manera carnal en la historia humana. Las tinieblas y el alba se toman de la mano. El kairós es el tiempo en el que la Trascendencia actúa. El kairós es diferente al cronos. Éste último vendría a significar también tiempo pero tendría un peso cuantitativo; además, en la mitología griega está íntimamente unida a Crono, primera generación de titanes que derrocó a su padre Urano y gobernó hasta que fue derrocado; se le solía representar con una hoz o guadaña, la que usó como arma para castrar y destronar a su padre, Urano. No me gusta demasiado el cronos. Es el dios de la destrucción temporal mostrándose despiadado con toda amenaza. También la humana. Prefiero el kairós; no el cronos, el tiempo estrictamente humano; el acuerdo al que llegamos para contar años y días. No vivimos una historia cualquiera, vivimos inmersos en espacios para la sorpresa; y conviene descubrirlos. Parafraseando al cantautor cuando los relojes maquinan sus prisas, sugiero: espera, tómate tu tiempo para descubrir la vida. El momento. El tiempo de lo admirable; el kairós. Ahora que nada es urgente, que todo es presente. Reconocerlo es esencial; es en su reconocimiento cuando el ser humano decide su destino, su identidad; es el momento justo, la ocasión o la oportunidad. Desde el punto de vista pragmático, se necesita al kairós para acertar en la acción y en la decisión. Abracemos el kairós. El kairós viola el cronos introduciendo una suspensión, una intemporalidad. Da lugar a la historia que otorga sentido. Es el pliegue de la línea que otorga una dimensión trascendente a la vida.