Señora de la Soledad, Estrella del Mar, Madre del Redentor y Fuente de todo consuelo; tu nombre es amparo en el desasosiego y en la angustia que vivimos estos días.

Tú que junto a la Cruz de tu Hijo te conviertes en Madre fecunda de todos nosotros, líbranos de todo mal de alma y cuerpo.

Protege con tu poderosa y maternal intercesión a cuantos en estos momentos tan difíciles están entregando sus vidas en servicio de los enfermos.

Madre y Señora de la Soledad, sé refugio del personal sanitario, fortaleza de los cuerpos de seguridad y del ejército; sé el bálsamo que conforte a tantos que en estas jornadas sufren los dolores de la pandemia, y alcánzales de tu Divino Hijo la tan necesaria salud.

Tú, Señora de la Soledad que eres la Puerta del Cielo, presenta las almas de cuantos en estos momentos están perdiendo la vida, a Cristo que con su Buena Muerte nos ha dado la gloria de la Resurrección.

Madre de la Soledad que eres la omnipotencia suplicante, ruega por nosotros pecadores, ahora, y en la hora de nuestra muerte. Amén

Francisco Aurioles