No podía yo imaginar cómo un mal podía suscitar tanta creatividad para compartir con los demás. Un  mal que nos ha hecho descubrir las muchas cosas buenas que tenemos, como nuestras cualidades, habilidades, sentimientos y pensamientos para hacer felices a los demás.

Me llena de gozo saber que los talentos que Dios nos ha dado salen a flote cuando más se necesitan (cf. Mt 25, 14-30). Es un gozo comprobar que la creatividad nace para hacer más alegre y llevadera la cuarentena a todos lo que están en casa. Porque, como dice una canción: “Lo que no se da se pierde, se pierde porque no se da”.

Es muy gratificante ver en las noticias de cada día la creatividad que los padres están teniendo con sus hijos. A la hora de jugar, reinventándose juegos, la imaginación que están echando a la hora de hacer gimnasia, leyendo cuentos donde sus hijos son actores de estos, haciendo juntos las tareas de la casa, bien limpiando el cuarto o preparando y  recogiendo la mesa, viendo  juntos películas que, en algunos casos, después comentan.

Me llena de alegría comprobar hasta dónde llegue el amor de unos padres por sus hijos cuando más lo necesitan. Ya lo decía el Evangelio: Dios nos ama como un Padre ama a sus hijos (cf. Mt 6, 9-13).

Es motivo de alegría ver cómo las noticias anuncian la creatividad que se está dando para compartir lo que cada uno sabe hacer y tiene con los demás. He visto como unos  cantan desde su balcón, he oído  como otros dan conciertos desde sus casas, se hacen mascarillas para los hospitales, se ofrecen por diversas instituciones acceso a documentos, películas, documentales, vídeos, para que todos puedan    seguir desde casa estudiando, formándose o entreteniéndose. Una vez más aparece lo que Jesús dijo ya en el Evangelio: “Dad gratis, lo que habéis recibido gratis” (Mt 10,8).

Quiero terminar dando gracias a Dios, porque una vez más, me hace ver que a partir de un mal como es el coronavirus, está surgiendo la creatividad como respuesta para hacer más llevadero el quédate en casa.