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Semblanza de Francisco Castro Gutiérrez

Publicado: 02/03/2016: 11908

Aunque en todos los documentos aparece que D Francisco nació en Sedella, el 01 de junio de 1927, él no se cansaba de repetir que su verdadera fecha de nacimiento era el día 31 de mayo, en el mes de María.

Su nacimiento se produce en el seno de un familia cristiana. Ingresa en el Seminario de Málaga a los doce años, en 1939, y en el mismo cursa sus estudios encaminados al sacerdocio. D. Francisco siempre manifestaba que debía gran parte de su vocación al entonces cura de su pueblo, D. Juan.

Con 22 años, el 17 de diciembre de 1949, es ordenado sacerdote en la capilla del Obispado de Málaga, y, tras un breve espacio de tiempo como formador en el Seminario, es nombrado encargado de las Parroquias de Sedella y Salares, de este modo pudo permanecer, recién ordenado, cerca de su madre enferma. En estas Parroquias permaneció apenas nueve meses, volviendo a su puesto de formador en el Seminario y, además, como Director de la Escuela “Beato Juan de Ávila”, hasta 1958.

A partir de esa fecha ejercerá su ministerio pastoral, durante cuatro años, en la Parroquia de Torre del Mar, hasta que en el año 1958 será nombrado Vicario arcipreste y párroco de Archidona.

En Archidona, pasará quince años y desarrollará una intensa labor pastoral, allí es un hombre feliz y un sacerdote entregado. Es un tiempo apasionante, de grandes retos, pero también fue una época con momentos difíciles, duros, que supo solventar con entereza y afrontar con fe y confianza. Luchó sin descanso ante las dificultades de la época y fue feliz en su pueblo de adopción, Archidona.

Allí se sintió uno más de ellos, con el mismo espíritu que cualquier hijo de Archidona se encomendaba a la Virgen de Gracia a la cual veneró constantemente a lo largo de toda su vida. Podría decirse que éste periodo supone un punto de inflexión en la vida de D. Francisco: es un tiempo en el que se va forjando interiormente, se va dejando modelar por el espíritu, aprende, crea…, pero también va creciendo en su vida interior y ministerio sacerdotal. Aquí, en Archidona, D. Francisco comienza a desarrollar un profundo respeto y amor por la vida consagrada con su dedicación en los conventos de HH Minimas y de las Hnas de la Cruz existentes en esta villa. Desde entonces, ya siempre, ejerció como confesor en algún monasterio de nuestra Diócesis y ayudó a muchas jóvenes a discernir su vocación a la vida consagrada.

El Señor siempre hace bien las cosas, por eso cuando es conveniente se produce un cambio de destino que supone un fuerte desgarro interior que –en este caso- es aceptado, una vez más, como un regalo de Dios. Es entonces cuando irá destinado por muy poco tiempo (apenas ocho meses) al Puerto de la Torre: una transición, un paréntesis.

A los pocos meses, en junio de 1974, D. Francisco será nombrado Párroco de la Divina Pastora y Santa Teresa en Málaga. Tiene por delante un reto complicado que superará muy airosamente: sustituir a D Juan Estrada.

En la Divina Pastora, D Francisco -de nuevo- trabaja pastoralmente sin descanso. Los grupos de catequesis y caritas se van desarrollando. D. Francisco vive enteramente consagrado a sus feligreses: los visita y atiende generosamente todo aquel que necesita de él, en particular a los enfermos. Igualmente su estrecha relación con las Hnas Clarisas allí existentes supuso un enriquecimiento mutuo desde una entrega generosa y continuada a las necesidades de las religiosas. Muestra especial dedicación a las distintas asociaciones de fieles existentes en su Parroquia y, particularmente, encuentra refugio, como siempre en María, Divina Pastora de las almas.

Tras su paso por Archidona, la Virgen de Gracia se ha vestido de Pastora para seguir atendiendo sus desvelos y preocupaciones pastorales. Nos encontramos ante un sacerdote que siempre busca soluciones, construye, se afana por servir y vive su ministerio con alegría. Es en María en quién D. Francisco se desahoga, en quien busca refugio y a quien mira para encontrar ejemplo para su vida.
Al cabo de los años, 1981, será párroco de San Juan Bautista en Málaga donde sigue desarrollando una más que importante labor pastoral, en la que cabe destacar su gran trabajo con las Cofradías existentes en esta Parroquia. Hay que hacer notar que D. Francisco nunca fue un cofrade y sí un sacerdote que supo asumir y entender las diversas realidades con las que se fue encontrando en sus Parroquias. En la hermandades, siembra sin descanso, con sosiego y sin pausa, sin ser uno de ellos pero haciéndose uno más entre ellos, consigue unir, evangelizar, cambiar modos y actitudes, acercar…

Es con ellas, también, con las que sufre y, precisamente por eso, encuentra un motivo más para seguir trabajando. Y es que, D. Francisco, sin dar la impresión de ser una persona “lanzada”, nunca se arrugó ante las posibles dificultades sino que ponía buena cara y buscaba vías de encuentro para seguir trasmitiendo su amor a Cristo y a la Iglesia. Es corto el periodo que pasará en ésta Parroquia pero, es sin duda, una etapa muy rica. Y cuando menos se espera, D. Francisco es enviado a la Parroquia de la Asunción, en la Cruz del Humilladero.

La Asunción es una Parroquia grande, populosa, viva, con una actividad frenética. Sustituye, una vez más, a un párroco con acentuada personalidad. En la Asunción, D Francisco ha dejado gran parte de su vida. Aquí finalizó su trabajo pastoral. En la Cruz de Humilladero, D. Francisco vivía entre el despacho y el confesionario. Descansaba entre Misas, bautismos y bodas, y reía y gozaba con su gente, con los miembros de los grupos, con las personas de Cáritas. Como siempre, desde que estaba en Archidona, solo había dos momentos para él; el primero compartido con el Señor. Ese era intocable; el segundo, el café de las 12.00 con algún amigo, menos en domingo y festivos ya que –en tales casos- no había tiempo para ello. En esta Parroquia celebró los 50 años de su ministerio y en ella se jubiló en 2007, tras 20 años de entrega y servicio y de allí se vino a ésta Residencia, donde ayer tarde falleció.

D. Francisco ha sido una persona que siempre ha mostrado una predilección muy especial por su familia. Hijo de guardia civil, hermano de guardias civiles, tío de guardias civiles y él, además, con parte de su corazón en la benemérita. Para él sus hermanos y hermanas han sido fundamentales en su propia vida. El recuerdo de su madre nunca se borró de sus conversaciones. Sus cuñadas y sobrinos, durante tiempo, han sido la imagen de sus hermanos fallecidos antes que él. ¡Cuánto sufrió por este motivo!

Siendo un hombre que siempre cuidó y mantuvo sus vínculos familiares, fue un sacerdote que siempre vivió con la necesaria independencia, de un modo apasionado, su ministerio sacerdotal. Gracias Adela por tu acompañamiento a lo largo de toda su vida y a ti Remedios por tus desvelos una vez que D. Francisco enfermó.

Despedimos hoy a un hombre, a un sacerdote bueno, austero, fiel, buen compañero, tremendamente eclesial. Hablamos de alguien que amó profundamente el Seminario de Málaga al que durante toda su vida sacerdotal cuidó, rezó por él, respetó y promovió. Un sacerdote de gran desprendimiento en el que destacaba su espíritu de obediencia, el amor al obispo, y sobre todo su discreción y su buen humor. Siempre preocupado por las vocaciones sacerdotales, ayudó y fue ejemplo de seminaristas y de vocaciones al ministerio sacerdotal. D. Francisco siempre huyó de reconocimientos que pudiesen “engordar” la vanidad y sólo se preocupó de vivir su vida y ministerio sacerdotal lo más fielmente que pudo.

A lo largo de toda su vida ministerial, en todas las Parroquias por las que ha pasado, se ha destacado su oración constante y devoción a María. Ha llamado la atención el tiempo que ha dedicado al confesionario.

Tras una larga enfermedad hoy despedimos a un buen hombre, a un sacerdote cabal que, sin duda, está gozando en el cielo con Dios Padre, al que tanto amo y deseó aquí en la tierra.

Descanse en paz

Rvdo. D. José Ferrary Ojeda

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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