NoticiaOpinión Sobre la contemplación milagrosa · Autor: Jorge Fuembuena Publicado: 13/08/2021: 13661 El verano ofrece una oportunidad única para la contemplación. Algo propio de la vida del creyente. Ver la vida con los ojos de Dios es bueno. Necesario. Y urge. Manifiesta un estilo concreto y correcto de conducirse por la existencia. Compartir experiencias dentro del orden y el alboroto de la vida; descubrir pequeños milagros de la existencia o bucear en el misterio de Dios escondido es recomendable. Y muy sano para la espiritualidad. La sonrisa, la mirada y la conversación; los colores, el amor y el silencio; el perdón, la armonía y la verdad son muestra de la infinidad de momentos, circunstancias y emociones en los que podemos descubrir a Dios. Decía Madre Teresa de Calcuta que cada vez que Dios nos ve con tanta ternura y con tanto amor que es posible reconocerle con facilidad en lo pequeño, en lo de andar por casa. Precisamente por eso, conviene recordar que la vida sorprende en lo sencillo. En la brisa. En lo apenas perceptible. Donde el Espíritu Santo nos habla. Quizá por eso también sorprenda que nuestra atención solamos centrarla prioritariamente en lo grande, en lo impactante, en lo llamativo. Olvidando que a Dios le gusta, de ordinario, hacer las cosas de otra manera: de manera discreta. Cuestión de estilo y sabiduría.