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Eucaristía con motivo de la peregrinación de la Cruz de Lampedusa (Iglesia de Cristo Rey-Málaga)

Eucaristía en Cristo Rey, presidida por el Obispo de Málaga, con la Cruz de Lampedusa // A.MEDINA
Publicado: 05/01/2020: 6091

Homilía pronunciada por el obispo de Málaga, Don Jesús Catalá, en la Eucaristía con motivo de la peregrinación de la Cruz de Lampedusa el 5 de enero de 2020.

EUCARISTÍA CON MOTIVO DE LA PEREGRINACIÓN 

DE LA CRUZ DE LAMPEDUSA 

(Iglesia de Cristo Rey-Málaga, 5 enero 2020) 

 

Lecturas: Eclo 24,1-2.8-12; Sal 147,1-9; Ef 1,3-6.15-18; Jn 1,1-18. 

(Domingo Navidad II-A) 

 

El Verbo se hizo carne y acampó entre nosotros 

1.- Hemos escuchado en el evangelio de san Juan que el Hijo de Dios estableció su morada entre los hombres: «El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros» (Jn 1,14). 

El Hijo de Dios se encarnó y acampó entre nosotros; es decir, puso su tienda entre nosotros; esta expresión se encuentra en el libro del Éxodo para indicar el lugar de encuentro y reunión entre Dios y su pueblo; esa tienda es la morada de Yahvé. 

Para el antiguo pueblo de Israel y para los nómadas del desierto la tienda era su vivienda habitual. Ellos caminaban día tras día y, al llegar a algún lugar adecuado, se establecían allí para vivir; ponían su tienda en dicho lugar para residir allí por un tiempo. 

Jesucristo, el Verbo eterno de Dios, vino al mundo y entró en la historia humana; acampó entre nosotros, habitó entre los hombres para redimirlos y devolverles la dignidad perdida; más aún, los elevó a la categoría de “hijos adoptivos de Dios”. 

2.- Jesús se ha hecho uno de nosotros, tomando cuerpo humano: «El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres. Y así, reconocido como hombre por su presencia» (Flp 2, 8-7). 

Su tienda es él mismo con su cuerpo; él permanece entre nosotros como uno de nosotros. Lo hizo para quedarse con nosotros, para vivir en medio de nosotros, para conocernos y transformarnos; para sacarnos de la miseria y del pecado. 

Él asumió la carne humana para experimentar nuestra fragilidad, nuestra pequeñez, nuestro dolor; para establecerse cerca de nosotros y vivir junto a nosotros. Dios quiere estar con nosotros y entrar en nuestras vidas; quiere habitar en nuestros corazones. 

Dios se acerca al ser humano en su Hijo Jesús para que descubramos en Él la verdadera sabiduría, la filiación divina y seamos capaces de entender su Palabra, que es Luz y Vida. Por eso dice san Juan: «hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad» (Jn 1,14). ¡Acojamos, queridos hermanos, al que viene a habitar entre nosotros y a estar con nosotros para salvarnos! 

3.- Celebramos hoy esta Eucaristía teniendo ante nuestros ojos la “Cruz de Lampedusa”, hecha de maderas de embarcaciones que han trasportado inmigrantes en el mar Mediterráneo. 

Esta Cruz ha realizado un itinerario en nuestra Diócesis, para ayudar a tomar conciencia del grave problema de la inmigración de las personas que llegan desde África a nuestro continente europeo en busca de una vida mejor. 

Iniciando la acogida de la Cruz en la parroquia del Carmen en la ciudad de Málaga, el día 22 de diciembre de 2019, pasó a Melilla donde estuvo los días 26 y 27 de diciembre en la parroquia del Sagrado Corazón y ante la alambrada del dique sur del puerto. 

Posteriormente regresó a Málaga visitando, el día 28 de diciembre, la Residencia de mayores “Buen Samaritano”, regentada por “Caritas” diocesana, y la parroquia de San Isidro Labrador en Cártama-Estación. 

El domingo, día 29 de diciembre, estuvo en la Catedral y después procesionó hasta el muelle del puerto con un acto de solidaridad con inmigrantes y refugiados. 

El día 30 de diciembre tuvo lugar una Vigilia de oración en la parroquia Santa María Madre de Dios y una celebración eucarística al día siguiente coincidiendo con el inicio del Año Nuevo 2020 y la Jornada Mundial de la Paz. 

El día 2 de enero tuvo lugar una Vigilia de oración en la parroquia de Santa Inés en Málaga y al día siguiente en la parroquia de la Amargura. El día 4 de enero se celebró una Vigilia de oración en la Iglesia del Sagrado Corazón de los Padres Jesuitas. 

Y finalmente, hoy, domingo 5 de enero, víspera de la Epifanía, clausuramos esta peregrinación en nuestra Diócesis de la Cruz de Lampedusa en esta iglesia de Cristo Rey, que acoge a tantos extranjeros de lengua inglesa para que puedan vivir su fe. Deseo agradecer la presencia de esta comunidad y me alegra que celebre aquí la pascua dominical. I am very glad with this catholic immigrant community, which celebrates its faith here every Sunday; you are witnesses of the gospel of Jesus Christ; Be very good witnesses! 

4.- En las lecturas de hoy hemos visto que el Hijo de Dios se encarnó en la historia humana y acampó entre nosotros. Él vino desde la eternidad a la temporalidad; desde la divinidad a la humanidad; desde la riqueza a la pobreza. 

Los inmigrantes, en cambio, vienen de lejanas tierras, donde viven en pobreza, miseria, guerras, falta de medios de formación y con muchas carencias. Ellos vienen de la pobreza y desean pasar desde una vida con dificultades a una vida digna, con posibilidad de trabajo, casa, familia, formación y poder satisfacer las necesidades más vitales. Muchos de ellos en vez de encontrar una nueva vida, mejor de la que dejaron en sus países, han encontrado la muerte en el mar o se han encontrado con grandes dificultades para subsistir. 

Con el ejemplo del Señor Jesús, que acampó entre nosotros, estamos llamados a acoger a nuestros hermanos, que desean acampar entre nosotros y vivir entre nosotros. Jesús, el Hijo de Dios, se rebajó haciéndose hombre para hacernos “hijos adoptivos”. Su ejemplo nos anima a hacer hermanos adoptivos e hijos de nuestra sociedad a los que vienen a habitar con nosotros. 

5.- Nuestra oración se dirige al buen Padre-Dios, que ama a todos los hombres y quiere que vivamos como verdaderos hermanos. Él nos pregunta al igual que le preguntó a Caín: «¿Dónde está Abel, tu hermano?» (Gn 4,9). 

Como dijo el papa Francisco en Lampedusa: “Ésta no es una pregunta dirigida a otros, es una pregunta dirigida a mí, a ti, a cada uno de nosotros. Esos hermanos y hermanas nuestras intentaban salir de situaciones difíciles para encontrar un poco de serenidad y de paz; buscaban un puesto mejor para ellos y para sus familias, pero han encontrado la muerte” (Papa Francisco, Homilía en Lampedusa. 8 julio 2013). 

Pedimos perdón al Señor por la indiferencia hacia tantos hermanos nuestros, a quienes no hemos ayudado como debíamos y hemos abandonado a su suerte. 

¡Que Santa María de la Victoria, nuestra Patrona, acompañe a todos los migrantes en su camino hacia un mundo mejor y nos anime a nosotros a acercarnos más a quienes necesitan nuestra ayuda! Amén.

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