-Es que intento pintar el mensaje del rostro.

-¿Cada rostro tiene su mensaje?

-Sí; ¡ya lo creo! 

Se llama José Azaústre; tiene... ¿Qué más da?

-Tenía cuatro o cinco años cuando comencé a pintar.

Y durante ese tiempo -mucho ya- ha intentado pintar la vida.

-Pero no la vida en abstracto; la vida que se esconde detrás de lo que se ve.

-¿Es esa la diferencia entre el arte y lo figurativo?

-Yo creo que sí... y no me gusta hacer crítica de ninguna forma de arte. Yo soy figurativo; ya está. 

Figuras; figuras definidas, concretas que, sin embargo despiden algo así como armonía. Me llaman la atención los rostros del Señor

-Los he pintado muchas veces; angustiado en el huerto, feliz dando vista a un ciego, suplicante ante el Padre....

José Azaústre eleva el tono -Como Dios nadie podría pintarlo pero Dios se ha hecho posible en su condición de hombre y tiene sentimientos de hombre. Jesucristo es “Dios asequible”, “Dios aquí”  ¡Dios asequible! Me gusta el adjetivo. 

José Azaustre está orgulloso de la docilidad de sus óleos, que han sido capacesdecongelarmomentos de Dios en la Tierra. El rostro de Jesús, según José Azaustre es apasionante pero, como todo lo que se escapa al pincel, también huye del bolígrafo. Me limito a observarlo en silencio. Después digo, por decir algo.

-Es usted poco conocido en España -Es natural. Muy joven tuve la oportunidad de marcharme a Puerto Rico y allí he vivido muchos años. Hace relativamente poco que volví. -Y durante todo ese tiempo... Prácticamente me he dedicado a pintar cabezas de alcaldes portorriqueños.

-Hay que ver.

-Sí, pinté al primero y gustó. Después se corrió la voz y tuve que recorrerme casi toda la isla, cabeza por cabeza.

Una colección estético política con mensajeras. En España vendría bien en un año especial como éste.

- Quizá

-Puede ser... Un año de cabezas coloreadas

La risa de José Azaustre suena festiva a mis espaldas. Tengo en mis pupilas los diferentes momentos del Señor Jesús. Impresionante.