A nuestra tierra vienes,
desprotegido,
para estar con nosotros
en el camino,
para ser nuestro hermano
y nuestro amigo,
para darnos tu vida,
niño divino.

Ríos de amor
hoy corren por la tierra.
El hombre y Dios
en el niño se encuentran.
Viva el Señor
que, en sus divinas venas,
con tanto amor,
trae sangre que libera.

Vuelan sombras de muerte
por el planeta:
un virus misterioso
trae la miseria.
El pueblo, muy angustiado,
vive en la espera
de Alguien que los libere
de la pandemia.

Ríos de amor...

Jesús, tú que curaste
a los enfermos,
visita nuestros barrios
y nuestros pueblos.
Que a nadie falte el pan
para el sustento,
ni la alegría que nos da
el Evangelio.

Ríos de amor...

Nos hicieron creer
que feliz era
quien tenía más dinero.
Esta epidemia
demostró que el cariño
es la gran fuerza
que crea un Reino de Vida:
don y tarea.

Ríos de amor...

La crisis nos envuelve.
Sentimos miedo,
y a ti clamamos: “sálvanos,
que perecemos”.
Y resuena tu voz,
desde el silencio:
“Ánimo, que soy yo.
No tengáis miedo”.

Ríos de amor...

Nuestra vida eres tú,
niño del alma.
¡Qué divina es tu carne,
y es carne humana!
Eres beso de Dios,
en la mañana;
y, en la noche, la estrella
que alumbra y salva.

Ríos de amor
hoy corren por la tierra.
El hombre y Dios
en el niño se encuentran.
Viva el Señor,
que, en sus divinas venas,
con tanto amor,
trae sangre que libera.