NoticiaActualidad La fuerza de la oración Jorge Hernández, párroco de Gaza Publicado: 11/09/2014: 14221 Desde la distancia del conflicto hay modos pacíficos y eficaces de ayudar a quienes sufren la violencia. Desde Gaza, el padre Hernández dice: “Pedimos a todos oraciones por esta bendita tierra que acogió a la Sagrada Familia en su dolorosa huida a Egipto”. «Ahora quisiera pedir a todos los que rezan por nosotros algo especial: que recen y ofrezcan Misas por los que nos afligen» También los cristianos de Irak, conscientes de la amenaza inminente del martirio piden oraciones por quienes les persiguen: “¡No dejen de rezar por esta gente! De hecho, en estos días, diversas personas nos han dicho que están ofreciendo Misas por nosotros, por los cristianos perseguidos y por la paz en Irak. Recibir esas noticias es un verdadero consuelo y nos da fuerzas para seguir. Dios es quien puede mover los corazones y como dice San Agustín “la oración es la fuerza del hombre y la debilidad de Dios“. Ahora quisiera pedir a todos los que rezan por nosotros algo especial: que recen y ofrezcan Misas por los que nos afligen. Hay un formulario propio en el misal para pedir por las personas que nos hacen mal y pedimos a los sacerdotes que celebren misas por esta intención. Y esto por dos razones: Debemos tener piedad por sus almas. Enloquecidos de odio usan el nombre de Dios para cometer todo tipo de atrocidades. Este no es el caso de una guerra común donde se cometen crueldades pero cuyos soldados en distintas circunstancias podrían ser amigos. Aquí hay verdadero odio al otro por lo que el otro tiene de bueno. Son servidores del diablo que busca el mal del hombre y su destrucción. Caminan derecho al abismo. Tenemos que rezar por ellos para que se conviertan de sus malas obras y vuelvan a Dios. Y segundo porque tenemos que demostrar con nuestras obras que somos seguidores del que muriendo en la cruz, pidió por sus perseguidores. Él era el único inocente y cuando entregaba su vida clamó: Padre, perdónalos”. El arma infalible para alcanzar la paz “Si queremos realmente producir un cambio en una sociedad que ve el perdón como una falta contra la justicia, tenemos que perdonar y pedir por los que nos hacen el mal, tenemos que amar realmente a los que nos hacen el mal: “amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os difaman”. Estas palabras de amor, de luz y de verdad que surgen del corazón de quienes sufren la amenaza y persecución, contrastan con las críticas y juicios que los medios de comunicación y los ciudadanos del resto del mundo realizan cuando opinan sobre los conflictos sin haberlos vivido desde dentro y sin apenas conocer la complejidad que los caracteriza . Ante las faltas de justicia y los males sufridos se puede actuar de dos formas. Una, devolviendo el mal recibido, lo que incrementa el mal propio y ajeno, y no siempre asegura recuperar lo perdido. Dos, luchar decididamente por alcanzar la paz propia y ajena, entablando una batalla decidida contra la ira, el odio, el rencor y los deseos de venganza. Como dice el padre Luis Montes de Bagdá: “Si no logramos devolver bien por mal, si amamos solo a los que nos aman, ¿qué diferencia hacemos?, ¿no hacen acaso eso mismo los paganos? Esta sociedad necesita que las bienaventuranzas sean predicadas pero sobre todo que sean vividas”. Su consejo a los perseguidos y amenazados es claro: “Dediquemos tiempo a rezar por los que nos afligen, que Dios vea en nosotros la misma actitud de su Hijo en la Cruz y que eso confunda a nuestros enemigos para su conversión”. Reunión de los jóvenes de Siria En julio del año pasado, durante la JMJ, los jóvenes de Siria no pudieron viajar a Brasil por el estado de asedio y guerra que asola su país. Sin embargo, lograron reunirse a la vez que los tres millones de jóvenes de Copacabana en Aleppo, ciudad marcada por el martirio, para unirse en la distancia al encuentro con el Papa. Uno de los participantes, el obispo armenio católico Boutros Marayati describía con detalles llenos de emoción a la Agencia Fides su vivencia con los jóvenes reunidos en Aleppo: “Me quedé sorprendido al ver a tantos jóvenes sin miedo, en una ciudad marcada por la guerra. Todos daban testimonio de una paz interior que es un regalo del Señor. En muchos de ellos la prolongada crisis y el sufrimiento visto de cerca durante mucho tiempo han provocado una mirada más lucida y profunda sobre lo que puede salvar y redimir sus vidas, en todas las condiciones. Se ha reforzado la percepción de la ternura de Jesús por cada uno de ellos, y muchos empiezan a pensar en consagrarse al Señor en la oración y en el servicio de los demás. Hemos hecho tesoro de las palabras que el Papa Francisco ha dicho en los primeros días de la Jornada Mundial de la Juventud, con su llamada a no dejarse robar la esperanza”. La paz, la alegría, y el perdón de los cristianos de Oriente frente al sufrimiento, la injusticia, y el dolor causados por los conflictos en los que viven iluminan los caminos a seguir para alcanzar la verdadera paz frente a las falsas soluciones y políticas basadas en la violencia y el rechazo al diálogo por parte de sus dirigentes. Reflexión Como reflexión final, y tras haber conocido in situ a políticos, mediadores de conflictos, soldados y ciudadanos palestinos e israelís, me pregunto y les pregunto ¿Qué clase de líderes, dirigentes, héroes, ejemplos de humanidad o del cumplimiento de la ley pueden llegar a ser aquellos que en oriente y occidente, en el norte o en el sur, atacan, ponen en peligro y amenazan a otros seres humanos que desarmados, pacíficos y hasta en oración reciben el golpe de sus enemigos rezando a Dios por su perdón? He hablado de actitudes de silencio, oración y perdón ante el conflicto, ignoradas por los medios y que son ejemplos reales, auténticos, verdaderos, inspiradores, y relevantes hoy y lo serán siempre. Y miro a mi alrededor en occidente, buscando dentro y fuera de cada hombre una paz como la de mis conocidos que viven en el conflicto y rara vez la encuentro. Quejas, conflictos, peleas, angustias, insatisfacción, vacío, soledad, pobreza, prisas, asesinatos, maltrato, presión, explotación, corrupción, mentira,… El hombre contra sí mismo y contra los demás, en un intento de supervivencia, esclavizado de uno mismo y despreocupado de lo de los demás, o esclavizado de los demás y sin quererse a sí mismo. De qué tanto dinero, tecnología, ciencia y cultura si falta la paz personal, familiar, laboral o social ¿No será que el verdadero progreso de la humanidad y su bienestar no viene tanto del desarrollo científico y tecnológico, ni de la fabricación de armas cada más más sofisticadas, sino del interior de cada hombre, y del incremento de su capacidad de amar hasta el extremo de hacer el bien a quien te hace mal, a quien no eres tú, a quien es diferente a ti, al desconocido, al que tienes cerca y al que tienes lejos, al inútil y al inoportuno?. Hoy todos somos víctimas y culpables de los conflictos, porque el conflicto de Oriente Medio, no es un conflicto local sino global y de la humanidad amenazada por la sombra oscura de los “…ismos”. Aunque el sol que nace en el oriente parezca cubrirse de nubes negras, no dejan de brillar en sus sombras pequeñas luces que como velas y estrellas de esperanza iluminan de nuevo los caminos de la humanidad.