La Solemne Eucaristía da comienzo a las 18.30 horas. Estará presidida por Juan Pablo Jiménez, vicario parroquial, y estará acompañada por los cantos del coro de adultos de la parroquia.

El Año Ignaciano evoca la experiencia de conversión de san Ignacio de Loyola, que comenzó el 20 de mayo de 1521 en Pamplona, pero también incluye el 400 aniversario de la canonización de Ignacio y Francisco Javier, que se celebra el 12 de marzo de este año. San Francisco Javier, patrono de las misiones, fue declarado santo por el papa Gregorio XV el 12 de marzo de 1622, junto a otros cuatro santos de la Iglesia, tres de ellos españoles: san Ignacio de Loyola, amigo de Javier y fundador con él de la Compañía de Jesús, santa Teresa de Jesús, san Isidro Labrador y el italiano san Felipe Neri.

Como explica el párroco, Manuel Ángel Santiago, «el 12 de marzo de 1622 fueron canonizados en la ciudad de Roma por el entonces sucesor de Pedro el Papa Gregorio XV, un buen número de nuevos santos, fue un día de alabanza a Dios por el don de la santidad hecha vida en miembros activos de la Iglesia, hombres y mujeres que siguen siendo para nosotros testigos vivos del evangelio, de amor a Dios y a los hermanos con una entrega total. Estos hijos de la iglesia que interceden por nosotros son San Isidro Labrador hombre humilde, pobre y sencillo; San Ignacio de Loyola fundador de la Compañía de Jesús y cuyo lema es: “todo para la mayor gloria de Dios”; San Francisco Javier, discípulo del anterior, ardiente apóstol de Cristo, Patrono de las Misiones; Santa Teresa de Jesús doctora de la Iglesia y reformadora del Carmelo, andariega de caminos, mujer fuerte en el don del Espíritu Santo y él nos menos conocido e invocado San Felipe Neri, llamado el Apóstol de Roma, hombre de profunda espiritualidad y pobreza evangélica, educador en la fe, fundador de la Congregación del Oratorio. En los momentos convulsos de la historia que nos ha tocado vivir cada día (cambio de época como se nos dice), hemos de renovar en nosotros los deseos ardientes de santidad y pedirle al Señor que nos conceda hombres y mujeres revestidos de la belleza del Espíritu Santo y a la vez damos gracias al Señor por habernos regalado esa muchedumbre de santos, de toda raza, lengua y nación revestidos del mismo Cristo.Por intercesión de estos santos, y especialmente, por San Francisco Javier pedimos por la paz en el mundo, para que cese la guerra en Ucrania y se mitigue tanto dolor como se está produciendo, también por la conversión de todos a Cristo y por tanto, a los valores del Reino de Dios, de justicia, libertad, paz, amor».

El jesuita francés Xavier Léon-Dufour ha descrito muy bien a este santo misionero. De él ha escrito: «Francisco Javier permanece en el corazón de los cristianos, porque hace revivir ante sus ojos el misterio mismo de Jesucristo, nuestro Redentor y Señor. Su vida nos puede ayudar a admirar a Dios, el artista maravilloso que con el polvo y el barro modela obras maestras de humanidad y santidad. Pablo trae la luz definitiva de Cristo de Palestina a Europa, que es un mundo nuevo para él. Mil quinientos años más tarde, Javier va a hacer llegar hasta el Extremo Oriente los reflejos de esta luz. Si Javier ha plantado la cruz en lejanas tierras, es que antes la había plantado en su corazón de carne».