NoticiaEntrevistas Luis Manuel Romero: «La misión del laico está principalmente en el mundo» Luis Manuel Romero, junto al Obispo de Málaga, Jesús Catalá, el delegado de Apostolado Seglar, Francisco Castro, y un miembro de la delegación, en el Encuentro de Apostolado Seglar en Málaga // E. LLAMAS Publicado: 03/06/2019: 18770 El sacerdote Luis Manuel Romero Sánchez es el director del Secretariado de la Comisión de Apostolado Seglar de la Conferencia Episcopal. Ha visitado Málaga para participar en el Encuentro Diocesano de Apostolado Seglar, en el que impartió la ponencia central de la mañana “Laicado en acción” es la invitación que nos hace el Papa ¿Es que no estamos ya en acción? ¿Qué nos falta? Es cierto que no partimos de cero, sino que ya hay un camino recorrido y una reflexión sobre el tema del laicado a nivel de Iglesia universal, nacional o local. De un modo especial, a partir del Concilio Vaticano II, en el que se ha subrayado una eclesiología de comunión y que la Iglesia es el pueblo de Dios, se han ido dando pasos hacia la concepción de un laicado más corresponsable a nivel eclesial y más comprometido en el mundo. Pero somos conscientes de que el laicado, en esta nueva época, en una sociedad cada vez más secularizada, está llamado a una mayor presencia y testimonio en la vida pública. Pienso que, en estos momentos, hay que potenciar más la dimensión socio-política de la fe y se necesitan laicos en acción, “en salida”. “Entra, celebra tu fe y sal al mundo” es el lema del cartel del Encuentro. ¿Qué le sugiere? Son tres actitudes o dimensiones que debemos tener muy presente como cristianos bautizados, también los laicos. El primer paso es “entrar”. Hay que entrar en el misterio trinitario, en el encuentro con el Señor resucitado y sentir que Él nos ama, que es el único que puede dar sentido a nuestras vidas y hacernos plenamente felices. Si no se produce ese encuentro personal con Jesucristo vivo, anunciaremos a los demás ideas o ideología, una teoría, pero nosotros tenemos que hablar al mundo de una persona, un rostro concreto, que es Cristo, el motivo de nuestra alegría y esperanza. Y esto lo experimentamos también entrando en la Iglesia, sintiendo su acogida maternal. Por eso la Iglesia tiene que ser un lugar de encuentro, de hospitalidad y no ser concebida como una aduana. ¿Y después de entrar? Entramos en la Iglesia para celebrar nuestra fe, para festejar en comunidad y fraternidad que creemos en Jesucristo resucitado, para compartir la alegría de nuestra fe. No somos cristianos por libre, sino dentro de la Iglesia, donde hemos recibido la fe y la celebramos cada domingo, especialmente en el sacramento de la Eucaristía. Y si hemos descubierto que entrando en Cristo, en la Iglesia y celebrando la fe, junto a los hermanos, somos felices, se trata de que vayamos al mundo a comunicarlo, de que seamos sal. Como todos sabemos, la sal no es para que esté guardada en el salero, sino para dar sabor a los alimentos. Así debe ser nuestra vida cristiana, la de toda la Iglesia, también los laicos. Nuestra misión es que toda las personas conozcan la buena noticia del evangelio de Jesús, anunciar “a tiempo y a destiempo”, que Dios nos ama y desea que seamos felices. Hay quien piensa que, con la cantidad de tareas que hay que hacer dentro de la Iglesia, ¿cómo vamos a implicarnos en las AMPAS, los partidos políticos, los sindicatos, las asociaciones de vecinos...? ¿Cómo conjugarlos? Ambos aspectos son importantes. El laico tiene que estar en tareas intraeclesiales, porque ahí también es muy importante el papel que está llamado a ejercer, en lo que concierne a la comunión y a la corresponsabilidad. Se necesitan laicos formados en la catequesis, en la liturgia, en Cáritas, en las hermandades y cofradías… Pero la misión del laico se encuentra principalmente en el mundo, en los ambientes (familia, política, economía, trabajo…), porque si no el laico caería en la tentación del clericalismo, que tanto critica el papa Francisco, y que no es algo solo propio de los sacerdotes. Pienso que el laico tiene que mantener ese equilibrio entre el compromiso intraeclesial y el compromiso en la vida pública. Estamos inmersos en los preparativos del Congreso Nacional del Laicado, ¿qué se espera de dicho Congreso? El Congreso, que se va a celebrar en Madrid del 14 al 16 de febrero de 2020, no se plantea como un evento o acontecimiento, sino como un proceso que nos ayude a dinamizar e impulsar el laicado en España para los próximos años, con el fin de conseguir una auténtica conversión pastoral misionera. En todo este Itinerario y en el Congreso mismo, buscamos reflexionar sobre seis cuestiones que nos parecen fundamentales en estos momentos de la vida de la Iglesia: el primer anuncio, el acompañamiento, la formación, la presencia en la vida pública, la sinodalidad y el discernimiento. Pretendemos que en todas las fases de este proceso, los laicos sean escuchados y no se sientan colaboradores del clero, sino corresponsables del ser y actuar de la Iglesia. Porque estoy convencido de que el presente, no ya el futuro de la Iglesia, depende de los laicos. Ellos son la mayoría del pueblo de Dios y quienes están más en contacto con las realidades temporales, en muchos espacios en los que la Iglesia no sabe cómo situarse. Esperamos que el Congreso ayude a que los laicos reflexionen sobre su vocación bautismal y se fomente la comunión entre pastores, laicos y vida consagrada, y entre Movimientos, Asociaciones y parroquias. Se trata de que avancemos en el camino de la sinodalidad y la comunión, destacando el papel de la mujer en la Iglesia. Como afirma el Papa Francisco, debemos cambiar la metodología de trabajo en nuestra Iglesia y pasar de trabajar por oficinas a trabajar por proyectos, por iniciativas que nos ponen en la línea de una mayor comunión entre todos. También es fundamental alentar la presencia del cristiano laico “en el corazón del mundo”, en la sociedad secular. La fe se ha convertido en una práctica privada, sin incidencia en el mundo de la familia, la profesión, la economía o la política. Hay que insistir hoy más que nunca en que la fe debe ser vivida en el corazón de la vida cotidiana y por eso el lema del Congreso apunta hacia el objetivo de llegar a ser un Pueblo de Dios “en salida”. Al final de esta entrevista, mi anhelo es que afrontemos el futuro de la Iglesia y del laicado con alegría y con esperanza. Soñemos pensando que las cosas pueden cambiar. Como dice el Papa Francisco: “tenemos necesidad de laicos con visión de futuro, no cerrados en las pequeñeces de la vida… tenemos necesidad de laicos con sabor a experiencia de vida, que se atrevan a soñar….” (Discurso del Papa Francisco a los participantes en el Consejo Pontificio para los laicos, 17/06/ 2016).