NoticiaStma. Virgen María, madre de Jesús y madre nuestra María y el niño según los pinceles de la artista peruana Claudia Talavera Publicado: 30/04/2019: 19073 El mes de mayo es el mes de María por excelencia. En este primer domingo de mayo, en el que celebramos también el Día de la Madre, nos acercamos a la figura de la madre de todos los creyentes. Y lo hacemos de la mano del evangelista Mateo que nos presenta a María inseparablemente unida a su Hijo. «María, la madre de Jesús en el Evangelio de San Mateo» es el título de un artículo que publicó en la revista especializada “Reseña Bíblica” el coordinador de los centros teológicos diocesanos, vicario para la acción Caritativa y Social y profesor de Sagrada Escritura Gabriel Leal. Recogemos algunos fragmentos del mismo que ayudan a conocer mejor quién fue María acercándose a lo que nos cuenta de ella el evangelista Mateo. El Evangelio de San Mateo nos presenta a María, sobre todo en los relatos de la Infancia, como la virgen madre de Jesús, Mesías hijo de Abrahán y de David, rey de los judíos y Enmanuel. Ella, inseparablemente unida a su hijo, ha compartido silenciosamente con Él los momentos de persecución y de gloria, así como la vida oculta en Nazaret. María junto con su hijo ha experimentado la protección divina, a través de la acogida y de los cuidados de José. El niño y su madre Mateo reconduce la fuga a Egipto a una orden explícita de Dios que, mediante su ángel, manda a José poner a salvo al niño y a su madre, ante las intenciones homicidas de Herodes, preocupado por el poder del «rey de los Judíos». La fuga es el medio ofrecido a los débiles para escapar del poder destructor. El texto pone de relieve la debilidad y la dependencia del niño, al mismo tiempo que muestra la protección de Dios. Junto a José, también María está destinada a proteger al niño. Ella experimenta más que el niño mismo el peligro causado por Herodes, la incomodidad de la fuga y el sufrimiento de vivir obligatoriamente en una tierra extranjera. El discipulado de Jesús En Mateo 12,46-50 (“¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos”...) el evangelista hace una presentación del auténtico discipulado de Jesús. Discípulos son los que hacen la voluntad del Padre. Estos forman su familia. Entre ellos, María, que ha vivido con fidelidad la voluntad de Dios expresada por el ángel a José. MADRE DEL MESÍAS, HIJO DE DAVID Y DE ABRAHÁN Mateo es el único evangelista que comienza su evangelio con la genealogía de Jesús, de la que forman parte 41 hombres y 5 mujeres. Las 4 veces que el evangelista menciona a las mujeres lo hace repitiendo el mismo patrón: «…(nombre del padre) engendró, de ... a...». Por eso, al llegar a María, cabría esperar que dijese «Jacob engendró a José; José engendró, de María, a Jesús». En cambio, rompiendo la serie de 39 repeticiones monótonas de la expresión «engendró» afirma: “Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo”. Sólo José viene indicado en la genealogía como el esposo de una mujer. Esto, junto con la supresión de la expresión «engendró», presenta a María como la madre de Jesús y excluye que José sea el padre: Jesús no ha sido generado por José. Por ello afirma “y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo” (Mt 1, 25). MADRE DE JESÚS-ENMANUEL El hijo de María viene caracterizado con dos nombres. Ambos expresan la identidad de quién lo porta: Tiene el nombre de Jesús, en cuanto tiene la misión de salvar a su pueblo de los pecados, de reconciliarlo con Dios. La madre de Jesús es madre de un modo singular. Su hijo debe el origen de su existencia al Espíritu Santo, a la obra del poder creador de Dios. Jesús no tiene un padre terreno, no es el resultado de esta historia. La humanidad no se ha dado a sí misma, por medio de una procreación humana, al que es el Salvador, sino que lo ha recibido como don de Dios. Y María también es madre de quien tiene el nombre de Enmanuel, que significa «Dios con nosotros». En cuanto proviene de Dios, Jesús vincula a los hombres con Dios. Él no nos ha abandonado a nuestra propia suerte, ni nos ha rechazado, sino que está a nuestro lado. MADRE DEL REY DE LOS JUDÍOS La madre del Salvador y del Enmanuel es, al mismo tiempo, la madre del rey de los judíos. Mateo lo deja claro en la escena de la adoración de los magos. Se trata de un relato midrásico hagadico, es decir, de una escenificación de textos del Antiguo Testamento, que refieren las promesas hecha a los judíos exiliados y a los gentiles de que en los tiempos escatológicos vendrían a adorar y ofrecer dones a Jerusalén. Habiendo “nacido Jesús en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes”, unos magos de Oriente intuyen la presencia del «rey de los Judíos» que ha nacido porque han visto su estrella. Se ponen en camino y le buscan con el fin de adorarle. Otro rey, Herodes, y todo Jerusalén con él, se turban ante la posible presencia del nacido «rey de los Judíos». Y esto, a pesar de tener las escrituras que anunciaban su nacimiento en Belén de Judá (Mt 2, 5-6). El niño y María, en íntima comunión El evangelio de Mateo nos presenta a María como la virgen madre Jesús, que salvará a su pueblo de los pecados, y del Enmanuel, Dios-con nosotros. Ella es la madre del Mesías-rey, Hijo de David y de Abrahán. Dedicada a su Hijo La experiencia personal de María queda excluida en la sobria exposición que hace el evangelista. Mateo no dice nunca lo que María ha pensado, sentido o dicho. Él centra su atención en el servicio y la maternidad de María. Ella vive como Madre completamente dedicada a su hijo, sirve la venida y el crecimiento de Jesús y, al mismo tiempo, al pueblo de Dios, alumbrando al Salvador. Con Él ha compartido todos los momentos de su vida, la alegría del nacimiento y la adoración de su hijo como rey por parte de los paganos; la persecución de Herodes, el exilio y la vida oculta en Nazaret. Pero, al mismo tiempo, María ha sido testigo del cuidado providente de Dios y de la entrega silenciosa de José a la voluntad de Dios, que obedeciendo el mandato del ángel acogió a María y a Jesús en su familia. Él ha sido mediador de la voluntad de Dios para salvar «al niño y su madre». El niño y María, la virgen madre, están inseparablemente vinculados entre sí, en una estricta e íntima comunión de vida. Los textos de Mateo sobre María Mateo usa cinco veces el nombre de «María» y nueve veces «madre» para designar a la madre de Jesús. Este es un signo de la importancia que el evangelista da a María, la madre de Jesús. Mateo se ocupa de María sobre todo en los dos primeros capítulos del evangelio. Durante la actividad pública de Jesús, María viene nombrada sólo dos veces: cuando en compañía de sus parientes busca a Jesús para hablarle y en la visita de Jesús a la sinagoga de Nazaret, donde es nombrada por sus paisanos.