NoticiaBlanco sobre Negro Ignacio Mantilla: “He vivido gozando de todo lo bueno que Dios ha puesto en mi camino” Ignacio Mantilla de los Ríos, sacerdote diocesano // S. FENOSA Publicado: 26/03/2019: 26250 Entrevista al sacerdote diocesano Ignacio Mantilla de los Ríos, nacido en 1933 en Antequera y ordenado en 1957. «He querido entregar mi vida de sacerdote viviendo el cada día de la mejor manera» ¿Te parece si empezamos con algo sencillito? ¿Para qué vivimos? ¿Por qué y para qué estamos aquí? Para vivir el amor de Dios que Él puso en el hecho de nuestra creación. En la que generosamente quiso contar con la colaboración de nuestros padres. ¿El por qué y para qué? Para que nosotros realicemos ese deseo suyo proyectándonos hacia los demás y completando la tarea, que Él depósito en nuestras manos para ir realizando la historia de los hombres. ¿Sabe alguien qué es la vida y qué sentido tiene? La realización de esa voluntad amorosa de Dios y llevarla a la práctica. Hemos rezado que la vida es un valle de lágrimas. ¿Así es? La vida tiene su parte de sufrimiento, que hay que superarla con esperanza y alegría fundadas y motivadas en nuestra entrega a los demás. ¿Estamos aquí para hacer méritos para la otra vida y para glorificar a Dios? Yo invertiría la pregunta, se trata de glorificar a Dios demostrando que Él es amor, ya que nosotros infinitamente más imperfectos podemos amar y gozar en esa entrega, porque dándonos de verdad, somos felices. ¿Qué aporta a tu vida el Evangelio? El verdadero sentido de mi vida, conocer lo que Dios quiere de mí y tratar de vivirlo y gozarlo para realizarme plenamente. ¿Debe un hombre vivir para los demás, o eso es un mito cristiano humanista que no tiene nada que ver con la ley natural? Es connatural a nuestra naturaleza humana la proyección a los demás, nos necesitamos unos a otros, y para un cristiano, desde la fe, está concretada en el mensaje de Jesucristo: amar a Dios amando también al prójimo como a nosotros mismos. ¿Quiénes son los enemigos de la vida? Los que la viven fuera de los planes que Dios le ha señalado. Y de manera especial los que la destruyen aún antes de nacer. También el enemigo puede ser uno mismo, ¿no crees? Cuando nos dejamos llevar de nuestro egoísmo o nuestra soberbia y nos desviamos del proyecto de Dios, queriendo enmendarlo, los enemigos de la vida somos nosotros mismos. Ya sucedió en el Paraíso. ¿Qué es lo más inteligente que se puede hacer en esta vida? Llevar a la práctica con tu vida de cada día, lo que tú crees que Dios quiere de ti. ¿A vivir se aprende? ¿Y a ser sacerdote? A vivir se aprende con el tiempo. A ser sacerdote se vive, se goza mucho, se sufre y aprende llevando a la práctica diaria lo que te movió a decidirte ser cura, esforzándote a vivir y siendo fiel y honrado contigo mismo. Con la ayuda siempre de Dios, de su Madre la Virgen, y tu buena voluntad, se consigue. Él siempre nos demuestra su misericordia con el perdón generoso de nuestros fallos. ¿Crees que sabes vivir? He vivido gozando de todo lo bueno que Dios ha puesto en mi camino y que cuando me paro a recordar despacio, son muchas más las cosas buenas que las que a primera vista recuerdas. Esto no quiere decir, que siempre se acierte. En este momento de la vida en que estás, ¿crees que te queda algo por hacer? Ciertamente, sí. Siempre estamos en deuda con el Señor, por nuestro egoísmo o pereza u otros motivos, lo cual lamento. ¿Has sufrido alguna crisis vital? ¿En qué o en quién te apoyaste cuando la sufriste? Sinceramente, no. ¿Cuál crees que es tu gran aportación a la Diócesis de Málaga? Eso de gran aportación me resulta un poco exagerado. He querido entregar mi vida de sacerdote viviendo el cada día de la mejor manera, en la entrega a mi deber en las distintas responsabilidades que se me han encomendado. ¿Cuál es el mayor desafío al que se enfrenta nuestra iglesia local hoy? El ser fiel al mensaje de Jesús, que debe llevar a cabo en el momento actual que vivimos y no desfasarse siendo ineficaz e inadecuado. ¿El peor pecado con el que has tenido que lidiar? El no ser fiel a lo que me comprometí al ordenarme y vivirlo con alegría cuando la vida no te es fácil sino todo lo contrario. ¿Cómo podemos escapar de las falsas necesidades? Volviendo a la actitud de siempre: la sinceridad y honradez contigo mismo, viendo las cosas como son, sin engañarte a ti mismo. ¿Qué cosas te importan de verdad y qué cosas no te importan nada? A la altura de mi vida – 86 años, vas viendo casi todo, gracias a Dios y a la Virgen, con más claridad y objetividad. En tu escala de valores desechas muchas cosas, que antes consciente o inconscientemente te podían atraer. Creo que el Señor te ayuda a ir despojándote de mucho, espiritual y materialmente hablando, y estar más ágil para ir preparando el tramo final de tu vida sin traumas y con más paz y serenidad. ¿Quién es Jesucristo para ti? El ser ya mayor, te ayuda a poder decir serenamente, no sólo lo que es, sino lo que ha sido y sigue siendo Jesucristo: la razón de mi vida de cristiano sacerdote, mi referente, quien me da seguridad, fuerza, paz y serena alegría; en quién me apoyo y el por qué de mi vida sacerdotal. En definitiva, todo. ¿Te gusta complicarte la vida? Ahora me gusta vivir un quehacer tranquilo. He vivido activamente y he podido comprobar que es bueno para sentirte útil y que vas por el buen camino. ¿Cómo te gustaría morir? Me gustaría morir en la paz de mi conciencia que he deseado siempre vivir; sintiendo la misericordia de Dios, que es mi Padre, que me quiere de verdad y me recibe con los brazos abiertos y los su Madre Santísima. ¿Qué le dirías a quien se esté planteando si Dios lo llama para ser cura? Primero, que vaya al Sagrario y que pida luz al Señor para ver más claro. Le diría también que el ser cura da pleno sentido a la vida, de verdad, que merece la pena vivirlo. Que lo consulte también con quien pueda aconsejarle serenamente. Que yo doy gracias de todo corazón al Señor por haberlo sido, que yo he sido feliz, y que él puede serlo igual que yo. Y le preguntaría cuáles son los motivos que le mueven para dedicar su vida al sacerdocio, y según su respuesta trataría de ayudarle contando con la gracia de Dios en la cual confío, y siempre que no tome una decisión un poco precipitadamente, que deje madurar la idea, que confíe en el Señor y en la Virgen es buena intercesora. ¿Podemos decir que hemos venido y estamos aquí para ser felices? Está bien claro. Si Dios es amor, misericordia, felicidad y todo lo bueno que podamos añadir y nos crea, la conclusión es clara: sí. ¿Qué es lo más complicado que vives como sacerdote? El conocer con claridad lo que el Señor quiere de mí en algunos momentos. Cuando me encuentro así voy al Sagrario y me pongo en sus manos. Esto me da serenidad y paz. ¿La felicidad es una pasión inútil e imposible? ¡Qué va! Si uno se entrega con generosidad, con honradez consigo mismo a vivir su vocación, con buena voluntad, se es feliz en cualquier vocación y más en la nuestra. ¿Dónde encuentras la felicidad? En vivir con naturalidad mi vida, como persona normal y gozar con lo bueno que Dios ha puesto en mí. Queriendo mucho a la gente que el Señor puso providencialmente en mi camino, de las cuales he aprendido mucho y que agradezco de todo corazón el bien que me han hecho y me siguen haciendo. ¿Eres un sacerdote dócil? He intentado serlo. No siempre lo he conseguido en mi manera de pensar, aunque tengo muy claro que en la práctica hay que ser obediente como lo prometí el día de mi ordenación sacerdotal. Hay quien sugiere que la soledad del cura puede llegar a ser insoportable, ¿has vivido la soledad como un calvario alguna vez? Si es así ¿qué hiciste para abrazarlo? La vida del cura tiene muchos momentos de soledad necesariamente, pero, gracias a Dios le he tenido a Él siempre y a buenos amigos de verdad, que han estado a mi lado cuando los he necesitado, y a quienes agradezco su comprensión y su apoyo. ¿Tienes algún hobbie que te rescate del hastío? La verdadera amistad es mi verdadero hobbie, y cuando he tenido necesidad de vivirla siempre la he encontrado, como te he dicho antes. ¿El regalo más bello que te ha regalo ser presbítero? El vivir conscientemente los sacramentos de la reconciliación como sacerdote y como penitente y el de la eucaristía. Siempre me conmueve el vivir el hecho de que Dios me pida mis labios humanos para poder decir, con toda verdad “yo te absuelvo” o “esto es mi Cuerpo”. A estas alturas del partido ¿volverías a ser sacerdote? El partido lo estoy concluyendo, y a estas alturas ha podido dar sentido a mi vida. Lógicamente volvería a empezar con la experiencia vivida de una existencia que ha merecido la pena realizarla. Chaplin, como casi todos, empezó diciendo que la vida era maravillosa y acabó diciendo que no tenía ninguna gracia. ¿Qué le responderías? Que me da pena de él y que lo diga. No ha sabido vivirla dándole su verdadero sentido. La vida es lo más maravilloso de la creación. Cuando nos preguntamos por el sentido de la vida nos solemos poner muy serios. ¿La trascendencia está reñida con el humor, o también el humor es una manera de afrontar las grandes preguntas? El otro día vi al Papa Francisco que recomendaba para hacer el bien a los demás: "hay que reír y tener buen sentido del humor. Os voy a hacer una confesión personal, y decía: Todos días después de rezar las Laudes, rezo la oración de Santo Tomas Moro, para pedir el sentido del humor, empieza de una manera que hace sonreír, dame Señor una buena digestión pero también algo para digerir". Decididamente me quedo con estas palabras del Papa.