NoticiaPastoral penitenciaria Nueve malagueños, en el X Congreso Nacional de Pastoral Penitenciaria Publicado: 25/10/2022: 5559 Cárcel La Delegación de Pastoral Penitenciaria de Málaga se hizo presente el pasado fin de semana en el X Congreso Nacional de Pastoral Penitenciaria con nueve participantes: dos capellanes y siete voluntarios. El encuentro tuvo lugar en El Escorial (Madrid) con el lema “Otro cumplimiento de pena es posible”, los días 21 al 23 de octubre. El delegado diocesano de Pastoral Penitenciaria, Pedro Fernández Alejo, ha valorado «la gran riqueza que ha supuesto para todos esta experiencia formadora para nuestra misión dentro los Centros Penitenciarios de Alhaurín y Archidona» y ha resaltado que «la participación ha sido muy satisfactoria haciéndose presentes 240 personas miembros de la Pastoral Penitenciaria de toda España entre capellanes y voluntarios». «Tanto en la apertura, como en la clausura del Congreso –relata Fernández–, hemos contado con la presencia y el apoyo inestimable de D. Fernando García, obispo de Mondoñedo-Ferrol, y encargado de la Pastoral Penitenciaria de la CEE. También nos acompañó Mons. Juan José Omella Omella, cardenal Arzobispo de Barcelona y Presidente de la Conferencia Episcopal Española quien, a su vez, impartió la primera conferencia reflexionando “Por una Pastoral de la Esperanza”. En el acto inaugural del Congreso estuvieron presentes también Ángel Luis Ortiz, Secretario General de Instituciones Penitenciarias (II.PP.), Jaime Tapia Asesor del Gobierno Vasco de II. PP., y el P. Avelino Ortiz, del Dicasterio Vaticano para el Servicio del Desarrollo Humano Integral en el que está ubicada la Pastoral Penitenciaria. Se clausuró esta experiencia eclesial de la pastoral de los encarcelados, con la presencia de D. Carlos Osoro, Cardenal Arzobispo de Madrid, quien presidió la Eucaristía final del Congreso». En la crónica que escribe el propio Fernández, señala que «desde el Área Social del Departamento, Mercedes Gallizo, exsecretaria General de II.PP., presentó una visión muy valiente y profunda sobre las múltiples posibilidades que existen para hacer posible que el cumplimiento de las penas sean distintas y menos lesivas para la persona infractora y sí mucho más humanizadoras y dignificadoras, abogando por un sistema penitenciario más proclive a la reeducación y reinserción de los penados, así como introduciendo en la vida ordinaria de los penados aquellos mecanismos sociales que favorezcan su crecimiento y desarrollo humano integral. Del mismo modo desde el Área Jurídica, el expresidente de la Audiencia Provincial de Madrid, Arturo Beltrán trazó unas líneas de actuación de la aplicación del Derecho penal por parte de los jueces que tuvieran más en cuenta la humanización de las penas y, sobre todo, la disminución de los decretos de ingreso en prisión para casi todos los delitos que no lleven acarreada un gravedad extrema a todos los niveles. Hay que abogar también por la aplicación de todos aquellos mecanismos favorecedores de un cumplimiento de la pena en el exterior sin necesidad de ingresar en prisión y que supongan una responsabilidad de resarcir socialmente el daño causado por su delito». El delegado diocesano de Pastoral Penitenciaria explica que «se organizaron mesas redondas para las tres áreas de la Pastoral como son la religiosa, la social y la jurídica, en las que intervinieron expertos sobre las distintas materias reflexionadas. Hubo gran altura de experiencias y propuestas enriquecedoras sobre la realidad penitenciaria, la aportación e la Iglesia en la tarea evangelizadora dentro y fuera de las cárceles, de la búsqueda de alternativas a la prisión y de la humanización de la justicia y la aplicación de las leyes favoreciendo sobre todo la dignificación de las víctimas apoyándolas en el difícil trance de restaurar todo el daño posible causado por el infractor; promoviendo y facilitando, desde la mediación penal, espacios de encuentro entre víctima y victimario, para favorecer el perdón desde el reconocimiento del mal causado, no tanto económico cuanto moral y psicológico, aplicando con rigor una justicia restaurativa. Al final del Congreso se presentó una Declaración final recogiendo la gran riqueza que ha surgido del mismo para el bien de los privados de libertad, sabiendo que en esa tarea de humanización y dignificación de las personas presas, así como de las estructuras penales y penitenciarias, intervenimos la Iglesia, las Instituciones penales y penitenciarias, la sociedad y los medios de comunicación».