NoticiaEn los Medios Totalán, zona cero Zona de Totalán donde se realiza el rescate de Julen Publicado: 21/01/2019: 14278 Artículo de Rafael J. Pérez Pallarés, delegado diocesano de Medios de Comunicación Social, publicado en Diario Sur Amanecía ayer en el Mediterráneo: las palmeras dibujaban en la costa malagueña un bello perfil. Era bonito lo que se veía en la playa: sol naciente, mar en calma, palmeras pendientes. La naturaleza es bella. Nosotros, los seres humanos, también. Imagina por un momento que respetásemos la vida, las leyes de la naturaleza y el medio ambiente; imagina por un momento que los avances científicos nos ayudaran a vivir durante más años con calidad de vida; imagina por un momento que los pozos para buscar agua se dejan tapados. Imagina, no obstante, que el accidente existe; en ese momento es cuando la esperanza, virtud teologal donde las haya, virtud que delata de qué naturaleza estamos hechas las personas, viene en nuestra ayuda. La dramática y titánica lucha que tiene a Totalán como epicentro, como zona cero de la esperanza, es una fábula real de lo que podemos llegar a ser y vivir: la caída de Julen a un pozo saca lo mejor del ser humano y evidencia que somos capaces de crecernos ante las dificultades con tal de salvar una vida humana sin perder la esperanza. Julen pasa a la historia de Málaga y España como símbolo de esperanza y apuesta por la vida. El caso de Julen es una historia que saca a la luz lo mejor del ser humano y del propio Estado español, que ha puesto al servicio de la operación de rescate los medios que se han considerado necesarios. En su búsqueda se han volcado centenares de personas, muchas de ellas anónimas. Alienta y alimenta el alma descubrir en Totalán tanto bueno. Y todo eso a pesar de la incertidumbre y de los augurios de todo tipo. Que eso es la esperanza, mantener la fuerza necesaria para no desfallecer en medio de las dificultades. La esperanza nunca es ciega; siempre es iluminación justificada de lo que está por venir. Implica inteligencia a la hora de abordar las situaciones, supone sensibilidad a la hora de encarar los acontecimientos y obliga a sopesar los pros y los contras de cada momento. Jesús de Nazaret recomendaba no tener miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden quitar la vida; ahí estriba la razón última de la esperanza: en la certeza de la trascendencia que ofrece el amor y la lucha, a dentelladas fuertes y calientes, por la vida. Una vida, de dos años, todo un símbolo de unidad.