Un millar de malagueños se unieron en una vigilia de oración el pasado 4 de mayo por los inmigrantes y perseguidos, con motivo de las últimas muertes producidas en el Mediterráneo. El obispo de Málaga presidió el acto, que tuvo, como él mismo explicó, dos vertientes: «la oración, que es eficaz a los ojos de Dios; y también un testimonio público». Al término de la misma, los congregados salieron en procesión con una cruz hasta la orilla del mar, donde tocaron con la mano el agua del mar y pidieron “por los que no podrán alcanzar nunca la orilla que desean”.

En su homilía, el prelado malagueño recordó el drama de «algunos de nuestros hermanos, procedentes sobre todo de países del sur, realizan un largo éxodo hacia el norte buscando mejores condiciones de vida (…) siendo maltratados y explotados por otros hermanos; y muchos encuentran la muerte».

El obispo hizo un llamamiento a una Iglesia abierta. «¡Queremos una Iglesia sin fronteras y madre de todos!». En la vigilia estuvieron presentes fieles de distintas asociaciones, movimientos, instituciones, cofradías, parroquias… Catalá destacó esta representación tan significativa y afirmó «esta es la oración de nuestra iglesia de Málaga por los migrantes, por los perseguidos y por los cristianos que mueren por su fe».