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El eterno adviento de Dios

Parroquia de San Juan
Publicado: 03/12/2014: 14410

Cuando se espera a un bebé su perfume lo envuelve todo, incluso antes de nacer. La llegada de un nuevo ser es un regalo, un don de Dios por varias razones: porque la vida atrae a la vida, las risas a las risas, la ternura engendra ternura... es empezar de nuevo.

«También para Dios hoy es tiempo de Adviento, de cálida espera. Nos lo hace notar enviándonos a Jesús, su Hijo, para hacerse camino»

Es tener la oportunidad de ser niños otra vez y que la pureza y la alegría entren de nuevo en el hogar. Esperamos llenos de entusiasmo y preparamos todo para que nuestro calor acoja al nuevo ser. Nos importa su llegada y él lo debe notar.

También para Dios hoy es tiempo de Adviento, de cálida espera. Nos lo hace notar enviándonos a Jesús, su Hijo, para hacerse camino. El Dios de las oportunidades nos brinda cada año una nueva ocasión que nos despierte para nacer de nuevo en el Espíritu.

Igual que una vida humana necesita nueve meses para procurarse un cuerpo con el que vivir fuera del útero materno, nuestro corazón necesita cubrirse de sabiduría, de poder, y es por ello que, durante este tiempo en el que la Iglesia se viste de morado, se ponen a nuestro alcance herramientas como la oración, la contemplación o la introspección que nos hacen sentir el poder de la vida y respirar... para que ésta se ensanche llenándonos completamente.

Naciendo en el Espíritu, llenándonos de aliento divino, aprendemos a poner cada cosa en su lugar. Y entonces descubres que lo más importante es nuestra relación personal con Dios. Cubiertos de su luz todo se ve con sus ojos, con los ojos del amor. él nos enseña a amar más y mejor a nuestros hijos, a nuestras familias, a nuestros amigos, a nuestros semejantes. Nos hacemos un poco como él: tolerantes, respetuosos y compasivos. Procuramos la libertad anulando de este modo nuestra condición de jueces gratuitos. Nacer de nuevo es la más sabia elección.

No debemos olvidar que nuestras parroquias son pedacitos del Reino de Dios en la tierra, puertas y ventanas que deben permanecer abiertas para que a través de ellas se pueda ver y disfrutar el cielo. Dios espera que seamos vida que atraiga a la vida, alegría que atraiga más alegría, paz que extienda paz. Nuestras parroquias son lugares de acogida, de descanso, de propiciar el encuentro con la verdad. Son puentes hacia lo divino. Sólo tenemos que recordarlo y vivirlo.

Diócesis Málaga

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