NoticiaAño de la Misericordia Obras de misericordia espirituales en Málaga Publicado: 27/06/2016: 13727 A través de la experiencia de personas e instituciones de la Diócesis de Málaga, se van desgranando las obras de misericordia y cómo se concretan éstas en nuestra comunidad cristiana. Alfonso Crespo, Misionero de la Misericordia, introduce el bloque de las obras de misericordia espirituales. Nos ha dicho el papa Francisco: «Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales... En cada uno de estos más pequeños está presente Cristo mismo... para que nosotros lo reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado. No olvidemos las palabras de san Juan de la Cruz: En el ocaso de nuestras vidas, seremos juzgados en el amor» (Misericordiae vultus, 15). Jesucristo está presente especialmente en la comunidad, en la Palabra, en la Eucaristía y, también, en los necesitados. Pero antes de volcarnos en ayudarles, hemos de reconocerlos con la fe. Los acogemos porque están necesitados y Jesús mismo se acerca en ellos a nosotros y nos dice: ¡Ayúdame! Las obras de misericordia, corporales y espirituales, nos acercan al necesitado. Es quizás muy patente en las corporales: dar de beber, de comer, vestir, visitar.... Pero, quizás es hoy más urgente la práctica de las obras de misericordia espirituales: 1) Enseñar al que no sabe; 2) Dar buen consejo al que lo necesita; 3) Corregir al que se equivoca; 4) Perdonar al que nos ofende; 5) Consolar al triste; 6) Sufrir con paciencia los defectos del prójimo; 7) Rezar a Dios por vivos y difuntos. La lista de las obras de misericordia espirituales la ha tomado la Iglesia de distintos textos de la Biblia y de las enseñanzas del mismo Cristo. Recordemos los verbos: enseñar, aconsejar, corregir, perdonar, consolar, sufrir con paciencia, rezar. ¿No son verbos propios de la vida familiar y social? Y, quizás ¿no son, hoy, verbos un poco en desuso?: crisis en la enseñanza, poca receptividad a recibir un consejo, se elude corregir con caridad, cuesta perdonar, somos insensibles al consuelo, somos impacientes en el sufrimiento, y rezamos más por los muertos que por los vivos. Practicar en familia, con asiduidad y compromiso, estos verbos que animan las obras de misericordia espirituales sería un fruto excelente de este Año de la misericordia. Comprometernos socialmente para que la acción de estos verbos sea más visible en nuestro entorno, sería adelantar entre todos esa sociedad mejor que anhelamos como anticipo del Reino de Dios: enseñemos y aprendamos; aconsejemos y dejémonos aconsejar; corrijamos y admitamos la corrección; perdonemos porque hemos sido perdonados; brindemos nuestra alegría al triste; seamos pacientes con los demás; y recemos para que todo esto lo hagamos con un corazón generoso. Alfonso Crespo, Misionero de la Misericordia