NoticiaStma. Virgen ASUNCIÓN. Una mujer vestida de sol Publicado: 07/07/2022: 16241 Estas palabras resuenan cada 15 de agosto por todos los rincones de la Diócesis de Málaga porque pertenecen a una de las lecturas que se proclaman en Misa el día de la Asunción. Con este motivo, el recién nombrado párroco de la Asunción de Ntra. Sra. de Málaga capital y profesor del Centro de Teología de la Diócesis, Emilio López Navas, profundiza sobre este dogma de la Iglesia. Concretamente dice el texto: “Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas” ¿Qué quieren decir? ¿A quién se refieren? Pertenecen a una visión del capítulo 12 del libro del Apocalipsis que ha tenido muchas explicaciones, algunas más fantasiosas que otras, algunas más atinadas o refinadas. Tradicionalmente, la Iglesia ha identificado (no oficialmente, sí en la piedad popular) esta figura con la Virgen. De hecho, así se representa la Inmaculada, la Madre de Jesús cuando queremos decir que está en el cielo. Incluso se afirma que esa imagen además de a la Virgen María representa a la Iglesia, ¿No es así? Efectivamente, los expertos en el libro del Apocalipsis dicen que la imagen de esta mujer no habla directamente de María. La mayoría interpreta la visión como una imagen de la Iglesia, que lucha contra el dragón (el imperio romano que quiere destruirla) y que tiene la misión de dar a luz (de llevar) a Cristo al mundo. Pero esta interpretación no está enfrentada con la tradicional, al contrario. El dogma de la Asunción nos habla precisamente de cómo unir estas dos imágenes. Si hay alguien que forma parte de la Iglesia y que lucha contra el dragón es, precisamente, la Virgen. No solo lucha, sino que nos alienta en nuestra lucha contra el pecado. No solo da a luz a Cristo físicamente, sino que nos señala que tenemos que hacer lo que Él quiere para llevar la buena nueva a todos los rincones. Este día es conocido como “el Día de la Virgen” y se celebra, además, en muchos lugares de la diócesis de Málaga bajo diferentes advocaciones; pero ¿qué se celebra en realidad? ¿por qué se habla de Dormición? Con respecto a este momento de la vida de la Virgen hay dos tradiciones: una habla de dormición y otra de muerte. El dogma de la Asunción afirma, concretamente, que Ella está en el cielo en cuerpo y alma. Es el triunfo de la Virgen, pero al mismo tiempo es nuestro propio triunfo. La fiesta de hoy es una consecuencia del Misterio central de nuestra Fe, la Resurrección de Jesucristo, en el que todos hemos resucitado. Jesús murió y resucitó. Ese Jesús que vivió con los apóstoles, hoy vive. María murió y resucitó, y esa misma María que llevo en su seno a Jesús, hoy vive; y nosotros que estamos aquí, un día moriremos y también viviremos como Jesús y María, con Jesús y con María. Dejemos a un lado el “cómo” y el “cuándo” que no los podemos imaginar. Quedémonos con esta realidad de Fe y creamos. Cuando el papa Pío XII proclamó en 1950 el dogma de la Asunción en la constitución apostólica “Munificentíssimus Deus” ¿era ya un clamor popular en toda la Iglesia? Pues sí, en muchas partes de la Iglesia ya se celebraba la fiesta de la Dormición o el entierro de la Virgen y, existía una creencia popular que afirmaba que la Madre del Señor no podía haber sentido la corrupción de la carne, ya que, si Jesús la había elegido como puerta de entrada al mundo, no podía no regalarle estar en el cielo en cuerpo y alma junto a Él. ¿Qué significa para los creyentes, hoy, esta celebración? Así es, y la Iglesia nos hace hoy mirar a la figura de la Virgen para que aprendamos lo que va a ocurrir con nosotros, para recordarnos a lo que estamos realmente llamados, para decirnos y repetirnos que no nos podemos conformar con lo que hay “de tejas para abajo”, sino que tenemos que abrir el corazón y el alma a lo que se encuentra más allá de lo que podemos dominar. La fiesta de la Asunción no es solo la celebración del triunfo de María, sino también el anticipo, por así decirlo, de nuestro futuro triunfo. Me gusta decir que nuestra vida aquí en la tierra es como un entrenamiento. Hay que tomárselo en serio, claro está, hay que vivirlo a tope para que el entrenador, llegado el momento, nos ponga en el primer equipo. Pero lo importante es prepararse para ese “partido divino” que jugaremos junto con María Santísima y tantísimos otros “jugadores” que se nos han adelantado y que ya desde el cielo nos enseñan a “jugar” e interceden por nosotros, para que nos parezcamos cada día más al Entrenador.