NoticiaSemana Santa Comentario de Paloma Saborido al Evangelio del Domingo de Ramos Domingo de Ramos // M. JIMÉNEZ Publicado: 03/04/2020: 12916 Comentario al Evangelio del Domingo de Ramos 2020 por Paloma Saborido, cofrade de La Pollinica y pregonera de la Semana Santa 2019. “Tú has venido a la orilla…” Cantamos sin cesar el Domingo de Ramos en Málaga. Preparamos la voz para entonar una melodía convertida en cadencia de críos, jóvenes, adultos o ancianos, que buscan sin tregua el timón de sus vidas. Y lo encuentran, sin duda, en la mirada de Cristo. Aquella mirada que nos habla, que nos exhorta, que nos sosiega, que nos invita y que nos inunda a la vez con una sola palabra: confía, nos dice, confía… Ayer, confiaron en Él sus discípulos, cuando alzó su mano bendiciendo el camino del amor sin límite al que nos invitaba; cuando emprendió esta travesía de Pasión que es conclusión de su magisterio aquí en la tierra; cuando se elevó sobre un humilde pollino para no distanciarse en demasía del hombre, de nuestros miedos y miserias, de nuestros desvelos y plegarias. “Señor, me has mirado a los ojos…” seguimos entonando hoy, mientras agitamos fuertemente las palmas y olivos de nuestras almas. Y Él, con su mirada, su dulce y serena mirada, continúa cada Domingo de Ramos adentrándose en nuestras vidas, bendiciendo nuestras carencias, reclamando nuestra fe y nuestra palabra: Confía, nos sigue diciendo, confía… Y hoy, alza su voz, aun con más brío, para que en Él confiemos, cuando el camino se ha tornado áspero, abrupto, peligroso. Y su mensaje nos invita a parar para guardar al otro. Nos hace recompensar el sacrificio ajeno con gratitud y devoción convertidas en aplauso. Nos prepara a nosotros, cofrades, para entender que el auxilio se convertirá en la única túnica que vestiremos esta Semana Santa; que la oración en nuestro hogar conseguirá agrandar la manifestación de fe pública que realizaremos mañana; y que, por todo ello, su mensaje de amor eterno seguirá siendo la palma que agitaremos como nazarenos ante su mirada. Hoy, al confiar, solo queda alzar nuestras voces y confesar: “Junto a ti, buscaré otro mar…”