NoticiaHistoria de la Iglesia Los católicos ante el liberalismo (I) Historia de la Iglesia Publicado: 19/02/2018: 3101 Cabe preguntarse: ¿cuál fue la actitud del laicado católico ante el liberalismo de la época? La respuesta es clara: unos lo rechazaron y otros lo aceptaron. A los primeros o antiliberales se les suele llamar “intransigentes”, “ultras”, o “conservadores”, según el mayor o menor grado de rechazo a la ideología liberal. A los segundos, “moderados” o “radicales”, según la menor o mayor aceptación de las doctrinas liberales. La actitud de los católicos antiliberales tiene su base en el conservadurismo. Y este tiene un fuerte contenido psicológico; sus causas son: el miedo a los horrores de la revolución, el temor a perder antiguos privilegios, la nostalgia hacia el pasado y la suspicacia hacia lo desconocido. Se ha dicho que, para el conservador, una novedad en política es revolución; en filosofía un error; en arte, mal gusto; en teología, herejía. Los conservadores sienten un profundo miedo a cualquier clase de reformas, sean sociales, políticas o religiosas. Los antiliberales critican al liberalismo por varias razones: sostienen que los liberales olvidan las consecuencias del pecado original; que el liberalismo convierte a la razón en el único criterio de verdad, prescindiendo de la revelación; que los liberales separan la economía de la moral; que aceptan un indeferentismo religioso al situar en el mismo nivel al cristianismo con el ateísmo; que hacen del Estado un “dios” del que dimanan los derechos humanos; que hablan mucho de la libertad y, en la práctica, la quitan. Los antiliberales supieron captar la gravedad de la cuestión social, aspecto olvidado por los liberales, y lucharon contra la laicización de la enseñanza. Pero al condenar en bloque al liberalismo no supieron precisar lo aceptable del mismo. Creyeron que, para defender a la Iglesia, había que condenar la libertad. Y, sobre todo, no captaron el signo de los tiempos de una sociedad cambiante, permaneciendo cerrados en una mentalidad rígida y desfasada.