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Diario de una adicta (XX). La proposición

Publicado: 21/07/2016: 2502

Una noche, Roberto, así se llamaba el amigo, dueño y jefe, me sugirió ser amable con un cliente muy especial. Sólo amable, y él me recompensaría.

Me negué en redondo porque era fácil adivinar las intenciones. Fui a contárselo a Esteban y encima me reprendió.

- Paula, no es nada malo ser educada y cariñosa con un buen cliente y, después de lo que había hecho por nosotros, qué menos podemos hacer.

La discusión fue acalorada y en público. Me marché indignada, cabreada y llena de furia, más por esa explicación que por la petición de Roberto.

Al día siguiente, cuando me incorporé al trabajo, el dueño me comunicó que ya no le hacía falta, que no me necesitaba. Me hizo el finiquito y me descontó una suma considerable de dinero por la droga que me proporcionaba. Ante mis protestas, me hizo la cuenta, y es que el precio de la dosis era caro porque garantizaba su pureza, la ausencia de adulterantes y la comodidad de tenerlo a mano a la hora que quisiera. No tenía ganas de discutir. Cogí el dinero y me fui a casa.

Esteban llegó tarde y no me dirigió la palabra. El insomnio se apoderó de mí y me sentí perdida. Cuando salté de la cama por la mañana no sabía qué hacer y qué decir. Estuve dando vueltas intentando aclarar mi cabeza y por la tarde empecé a ponerme nerviosa, pero mi enfado era tan grande que estaba dispuesta a pasar de la droga y de todo el mundo.

Esa noche Esteban no apareció por la casa y, a medida que avanzaban las horas, el cuerpo se me ponía cada vez peor: fue horroroso. Una intensa tristeza se apoderó de mí. Este segundo día conseguí una botella de anís en un supermercado y apacigüé lo que me estaba entrando por todo el cuerpo, pero no era lo mismo, ¡qué desolación! Me duché con agua fría, realicé respiraciones, me tomé las aspirinas que tenía y me entraron ganas de darme cabezazos contra la pared. A pesar de todo, confiaba en que de un momento a otro iba a aparecer Esteban con la dosis. No vino y me sentí, ¡otra vez!, abandonada y olvidada.

José Rosado Ruiz

Médico acreditado en adicciones

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