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Juan Manuel Cotelo y su experiencia con los conversos

Publicado: 09/01/2012: 1567

Un pandillero, un boxeador, una estudiante, un escultor, una actriz, una empresaria, un malabarista, una escritora, una modelo y un terrorista, son algunos de los protagonistas de la serie conducida por Juan Manuel Cotelo y que tiene por nombre "Te puede pasar a ti".

No es sacerdote, ni monje, ni doctor en Teología, ni pertenece a ningún grupo religioso. Él mismo se define como un ciudadano más, un cristiano que busca a personas de la calle con quienes hablar directamente sobre Dios, la Iglesia, la fe, con absoluto respeto a la libertad. Nos cuenta su experiencia en esta aventura 

–¿Cómo se le ocurrió salir a la calle a buscar personas que se habían encontrado en su vida con Dios y habían cambiado de vida? 

–No se me ocurrió a mí. Conocí en un año a doce conversos, de diez países diferentes, todos ellos fruto de la casualidad... "el disfraz que utiliza Dios para conservar el anonimato", según dijo un escritor norteamericano. Les entrevisté uno a uno, sin saber qué haría con esas grabaciones. Posteriormente surgió la idea del formato final de "Te puede pasar a ti", incluyendo junto a las entrevistas otros elementos narrativos. 

–¿Hay alguna característica que se repita en ellos, o cada historia es totalmente distinta? 

–Lo que tienen es común es que, en todos los casos, se trata de una historia de amor entre dos personas vivas: Dios y cada uno de ellos. Pero los detalles de cada historia de amor cambian. En unos casos fue un noviazgo breve, fulminante y en otros transcurrieron años hasta la boda. También tienen en común que ese amor aspira a un final feliz que sucederá el día de la muerte de cada uno de ellos. Hasta entonces, como sucede con cualquier enamorado, deben cultivar y mimar la relación, para que no se enfríe. 

–¿Qué conclusión has sacado para tu propia vida? 

–Que Dios también me quiere a mí, que desea casarse conmigo, que me persigue y me desea, que está activo e inquieto si no me tiene, que me entrega todo lo suyo, incluido su cuerpo y sangre, que se pone a mi servicio para poseer mi corazón. 

Autor: diocesismalaga.es

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