NoticiaEl santo de la semana Santos Aquila y Priscila, la Iglesia doméstica Fotograma de la película “Pablo, Apóstol de Cristo” (2018) en el que aparecen caracterizados Priscila y Aquila Publicado: 05/07/2022: 10746 Matrimonio La santidad del matrimonio cuya fiesta celebramos el 8 de julio la testimonia el propio apóstol san Pablo en la epístola a los Romanos en cuyo capítulo 16 pide que envíen su saludo «a Prisca (cuyo diminutivo es Priscila) y Aquila, mis colaboradores en la obra de Cristo Jesús, que expusieron sus cabezas por salvar mi vida; no soy yo solo quien les está agradecido, también todas las iglesias de los gentiles. Saludad asimismo a la Iglesia que se reúne en su casa». Aquila era judío, nacido en la actual Turquía, mientras que Priscila era de Roma, ciudad a la que emigró él y donde se conocieron y casaron. Se dedicaban a la venta de tejidos y se convirtieron al cristianismo. Con el decreto de expulsión de los judíos de Roma, se trasladaron a Corinto donde conocen a Pablo, al que ponen a trabajar con ellos para que se gane su propio salario, y al que acompañaron luego en su viaje a Éfeso. Su casa es modelo de Iglesia doméstica, abierta al mundo y al servicio de la comunidad cristiana que la usaba como lugar de celebración litúrgica. También aparecen en los Hechos de los Apóstoles como catequistas de Apolo, un judío convertido al cristianismo al que expusieron la doctrina de la Iglesia. La familia es misionera «Así como ya al principio del cristianismo Aquila y Priscila se presentaban como una pareja misionera, así también la Iglesia testimonia hoy su incesante novedad y vigor con la presencia de cónyuges y familias cristianas que, al menos durante un cierto período de tiempo, van a tierras de misión a anunciar el Evangelio, sirviendo al hombre por amor de Jesucristo», así se expresaba san Juan Pablo II en su exhortación apostólica Familiaris consortio sobre la misión de la familia cristiana en el mundo actual. Varias familias malagueñas comparten esta llamada misionera, como Aquila y Priscila, en lugares tan distintos como Costa Rica, Dinamarca o Brasil, entre otros. Y es que, «animada por el espíritu misionero en su propio interior –continúa el papa polaco– la Iglesia doméstica está llamada a ser un signo luminoso de la presencia de Cristo y de su amor incluso para los alejados, para las familias que no creen todavía y para las familias cristianas que no viven coherentemente la fe recibida. Está llamada, con su ejemplo y testimonio, a iluminar a los que buscan la verdad».