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Misa Crismal 2022 (Catedral-Málaga)

Misa Crismal 2022
Publicado: 13/04/2022: 1981

Homilía del obispo de Málaga, Jesús Catalá, en la Misa Crismal celebrada el 13 de abril de 2022, Miércoles Santo, en la Catedral de Málaga

MISA CRISMAL

(Catedral-Málaga, 13 abril 2022)

Lecturas: Is 61, 1-3.6-9; Sal 88, 21-27; Ap 1, 5-8; Lc 4, 16-21.

Fraternidad sacerdotal

1.- La Misa Crismal es la celebración por excelencia de la fraternidad sacerdotal del presbiterio, unido a su obispo. Quiero agradecer vuestra presencia y participación en esta liturgia, tan querida por todos los sacerdotes, en la que vais a renovar las promesas sacerdotales de vuestra ordenación.

Hemos sido elegidos y llamados por Dios, sin mérito alguno de nuestra parte, para representar a Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, para actuar en su nombre, para perdonar en su nombre, para ungir en su nombre. «El Espíritu del Señor (…) me ha ungido» (Is 61, 1), decía el texto del profeta.

El Señor Jesús nos ha enviado, como él fue enviado por el Padre: «A evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos, a proclamar el año de gracia del Señor» (Lc 4, 18-19).

Para eso fuimos ungidos el día de nuestra ordenación sacerdotal. Demos gracias a Dios por confiarnos una misión que nos sobrepasa, que está por encima de nuestras fuerzas; porque es la fuerza del Espíritu la que actúa en nosotros; demos gracias a Dios por su predilección y por su amor infinito hacia nosotros.

2.- Como recuerda el Concilio Vaticano II “los presbíteros, constituidos por la ordenación en el orden del presbiterado, están unidos todos entre sí por la íntima fraternidad sacramental y forman un presbiterio especial en la diócesis a cuyo servicio se consagran bajo el obispo propio. Porque, aunque se entreguen a diversas funciones, desempeñan con todo un solo ministerio sacerdotal para los hombres” (Presbyterorum ordinis, 8).

Queridos sacerdotes, para fomentar la fraternidad sacerdotal el Concilio hace unas sugerencias, que conviene no olvidar: los mayores reciban a los jóvenes como verdaderos hermanos, ayúdenles en las labores del ministerio, esfuércense en comprender su mentalidad. Los jóvenes respeten la edad y la experiencia de los mayores; pídanles consejo y colaboren gustosos.

Guiados por el espíritu fraterno no olviden la hospitalidad, la asistencia mutua, preocupándose, sobre todo, por los enfermos, afligidos y aislados. Cuando un presbítero se aísla y deja de asistir a los encuentros sacerdotales, reuniones de arciprestazgo, jornadas diocesanas es síntoma de que algo no va bien. Los hermanos hemos de estar atentos con afecto fraterno. También aconseja el Concilio que se reúnan para descansar y compartir como hacía el Señor con sus apóstoles (cf. Mc 6, 31). Foméntese alguna especie de vida común, que puede tomar formas variadas.

3.- Hemos de distinguir la fraternidad sacerdotal de la amistad, puesto que ésta última se elige y puede terminar; mientras que la fraternidad se nos regala sin pedirla y es para siempre.

No nos hemos elegido unos a otros en el presbiterio; no estamos unidos por una afición común, ni una doctrina, ni ideología o proyecto; ni siquiera por un plan pastoral.

Somos hermanos por una llamada personal del Señor Jesús y por el envío a anunciarlo a las gentes. Somos una comunidad sacramental, que tiene su origen y su fundamento en Dios-Padre, Hijo y Espíritu Santo, a partir de la ordenación.

Juan Pablo II nos recuerda que “la fisonomía del presbiterio es, por tanto, la de una verdadera familia, cuyos vínculos no provienen de carne y sangre, sino de la gracia del orden: una gracia que asume y eleva las relaciones humanas, psicológicas, afectivas, amistosas y espirituales entre los sacerdotes” (Pastores dabo vobis, 74).

La vida fraterna radica en la pertenencia al presbiterio diocesano, que es nuestra familia y nuestro hogar, donde nos reconocemos como hermanos y aportamos los dones que Dios nos ha dado. Y todos somos corresponsables de las fortalezas y de las debilidades de nuestro presbiterio diocesano.

4.- El papa Francisco, con el humor y la chispa que le caracterizan, observaba que la “fraternidad: es una bonita palabra, pero no se cotiza en la bolsa de valores (…). Es muy difícil, la fraternidad, entre nosotros. Es un trabajo de todos los días, la fraternidad presbiteral. Quizá sin darnos cuenta, pero corremos el riesgo de crear esa imagen del sacerdote que sabe todo, no necesita que le digan nada más” (Encuentro con sacerdotes y consagrados. Catedral-Génova, 27.05.2017).

“¡Es una verdadera ascesis la de la fraternidad sacerdotal!… Escucharse, rezar juntos...; y después una buena comida juntos” (Ibid.). Eso es lo que estamos haciendo nosotros hoy: compartimos la Eucaristía juntos, renovamos nuestras promesas sacerdotales y después compartiremos también la comida juntos.

Sigue diciendo el Papa: “lo que sucede al otro, me afecta; lo que dice el hermano, puede decirlo también para ayudarme a resolver un problema que yo tengo. Pero ese piensa de forma diferente a mí.... ¡Escúchalo! Y toma lo que te sirve. Los hermanos son riqueza los unos para los otros. Y esto es lo que abre el corazón: recuperar el sentido de la fraternidad” (Ibid.).

Y usando una palabra fuerte, recuerda que cuando no hay fraternidad sacerdotal hay “traición”: se traiciona al hermano, se vende al hermano; se “despelleja” al hermano. “El enemigo grande contra la fraternidad sacerdotal es éste: la murmuración por envidia, por celos o porque no me va bien, o porque piensa de otra manera” (Ibid.).

Son textos con chispa, pero con gran verdad y realismo, que nos pueden ayudar a mejorar nuestras relaciones fraternas.

5.- Queridos sacerdotes y diáconos que formáis nuestro presbiterio malacitano, gracias por vuestra fidelidad a la llamada del Señor y por vuestra dedicación al servicio del ministerio.

Agradezco también vuestra alegría e ilusión en acoger las propuestas pastorales de la Diócesis; vuestro aguante en las dificultades y sinsabores del ministerio, de las que somos conocedores; gracias por vuestra capacidad de escucha de los fieles que se os han confiado.

Nos conocemos ya desde hace bastantes años y agradezco vuestro afecto filial hacia mi persona, al tiempo que os expreso mi amor de hermano a cada uno de vosotros, porque os llevo en el corazón y os encomiendo diariamente al Señor.

6.- Felicito a nuestro presbiterio, que hoy tiene una gran representación en esta Misa Crismal. Otros sacerdotes no han podido venir por estar enfermos o impedidos; algunos me han escrito uniéndose a esta celebración. Los sacerdotes mayores que viven en la Residencia de Churriana están celebrando ahora la Misa, presididos por Mons. Ramón Buxarrais, obispo emérito de Málaga. Todos ellos se unen a la renovación de las promesas sacerdotales y los tenemos presentes.

Pertenecen también a nuestro presbiterio dos sacerdotes ucranianos, que atienden a los fieles católicos en su rito oriental propio, y cuyo país ha sido invadido por Rusia. Hoy concelebran con nosotros los dos sacerdotes consejeros de la Nunciatura, que ejercen su servicio a la Santa Sede colaborando con el Sr. Nuncio. También se encuentra otro sacerdote que trabaja en el Vaticano; y algunos sacerdotes más de otros lugares, que se han unido hoy a nuestra celebración. A todos ellos les damos nuestra bienvenida a esta gran familia sacerdotal. Gracias por vuestra presencia y vuestra oración.

7.- Queridos fieles laicos y religiosos, quiero agradecer vuestro afecto y vuestra oración por los sacerdotes. Os toca asumir la misión propia que se os encomendó en el bautismo por vuestra participación en el sacerdocio común de los fieles.

Os pido que estéis en plena sintonía y colaboración con vuestros sacerdotes, cuyo ministerio es cualitativamente distinto al sacerdocio común. Os suplico que sigáis apoyándoles, ayudándoles y queriéndoles. Ellos necesitan vuestro amor y vuestro afecto.

Ahora, queridos sacerdotes y diáconos, renovaréis las promesas sacerdotales de vuestra ordenación; y pediremos todos por cada uno de vosotros, para que el Señor os guarde en su amor y Santa María de la Victoria os cuide con solicitud maternal. Amén.

Diócesis Málaga

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