«Esta Visita Pastoral fue un momento de gracia, un momento de comunión y un momento de ponernos en camino desde el comienzo del Adviento», afirma Salvador.

El Consejo Parroquial recibió al Obispo de Málaga en la puerta de la Ermita de Zamarrilla y de allí se dirigió a visitar a varios enfermos de la comunidad parroquial: «fueron momentos muy entrañables y emotivos. Como pastor, fue animando en la esperanza e intentando también alentar, a los enfermos en su dolor y sufrimiento», añade el párroco. 

Otro momento muy especial fue la celebración de la Eucaristía en la que, en palabras del párroco, «nos invitó a vivir tres actitudes, en este tiempo del Adviento. La primera, confiar en el Señor, porque Él cumple sus promesas. La segunda, caminar como comunidad cristiana, unidos y sabiendo que el camino que el Señor nos marca es el de la felicidad y la plenitud. Y, en tercer lugar, vivir despiertos, pues estamos llamados, desde el discernimiento y nuestro testimonio, a ser luz en medio de la oscuridad. Estar despiertos para que los afanes de esta vida no nos despisten ni nos distraigan de lo más importante: nos preparamos para la venida del Señor».

«Tras la celebración eucarística y, antes de la celebración de la asamblea parroquial con motivo de la Visita Pastoral, bendijo el Belén de la parroquia. También, durante la Eucaristía, colocamos en el templo el mural sobre el que, cada semana de Adviento, añadiremos una de las piezas del dibujo de Fano, que nos ayuda a centrarnos en ese domingo de Adviento», explica el párroco. 

También visitó el Sr. Obispo el Rastrillo del Centro de Mayores, donde conoció la labor que en dicho centro se realiza, y firmó en el libro de visitas de la Hermandad de Zamarrilla. 

La jornada de la visita concluyó con el encuentro-asamblea en el que «pudimos compartir inquietudes y proyectos que están en el corazón de nuestros laicos de la parroquia y comprobar que es el deseo del Sr. Obispo que esta comunidad siga caminando hacia delante. Fue un momento de gracia y de comunión por el que damos también al Señor muchas gracias», concluye Salvador Gil.