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Los secretos del baldaquino

Diario Sur
Publicado: 19/11/2018: 11678

Diario Sur publica un reportaje sobre la restauración del templete barroco de la Virgen de la Victoria, que se quita siglos de arrugas en el taller de restauración del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico. Un trabajo que le ha devuelto el brillo y que ha descubierto mensajes y exvotos escondidos

FRANCISCO GRIÑÁN.- El aspecto es muy diferente. En el camarín de la Iglesia de la Victoria, el imponente trono-baldaquino de la Virgen destaca por su monumentalidad barroca pese al horror-vacui de las yeserías de hojas carnosas que inundan la estancia. Pero en el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH), el conjunto parece todavía más grandioso. Sus más de cuatro metros de altura se han transformado en un mecano de 26 piezas escultóricas que invaden por completo el moderno taller de restauración instalado en el antiguo monasterio de La Cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla. Pinceles, brochas, disolventes y un trabajo tan paciente como minucioso quitan arrugas y devuelven el brillo a esta pieza emblemática del arte religioso barroco andaluz. Una profunda ITV, que además ha desvelado algunos de los secretos de sus más de tres siglos de antigüedad. Camuflados y ocultos han aparecido mensajes y singulares ofrendas que habían convertido esta pieza escultórica en un altar de deseos a la patrona de Málaga.

«Hemos encontrado pequeños objetos colocados a modo de exvotos, notas escritas de petición a la Virgen y algunos recuerdos de intervenciones anteriores», avanza la conservadora del taller de escultura en el Centro de Intervención del IAPH y redactora del proyecto de restauración del baldaquino, María Teresa Real Palma. El hermano mayor de la Hermandad de Nuestra Señora de la Victoria, Francisco Toledo, cuenta algunos detalles más, como que se han encontrado recortes antiguos de periódicos adheridos al baldaquino, unos añadidos que el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico también ha recuperado y que entregará junto al resto de exvotos tras la restauración, «por lo que nos planteamos realizar una exposición con estas piezas».

A su lado asiente Miguel Orellana, que el próximo fin de semana tomará el relevo de Toledo al frente de la Hermandad y que nos descubre otro de los secretos de este templete a mayor gloria de la Victoria. Y es que su altura sufrió un recorte el siglo pasado. «El objetivo del baldaquino es que la Virgen se vea desde toda la iglesia, pero desde las últimas filas quedaba la imagen muy alta por lo que redujeron la pieza para que la visibilidad fuera completa desde todos partes», señala Orellana, que añade que, aunque antes de la restauración se planteó que recuperara la medida original, su actual protección como Bien de Interés Cultural impide cualquier alteración. Debate acabado.

Exponente del barroco

En su tricentenaria historia ya se habían realizado algunos trabajos previos de conservación, pero esta profunda intervención por parte del IAPH es la restauración más importante realizada en el baldaquino que data de 1700 y se atribuye al arquitecto Felipe de Unzurrúnzaga, autor también de la decoración del camarín de la Virgen de la Victoria. «Los problemas de conservación afectaban al conjunto de la obra, tanto a nivel del soporte de madera como de las capas más superficiales de decoración policromada», explica la experta María Teresa Real, que detalla que el monumento había perdido algunos fragmentos de sus volúmenes y que incluso han encontrado piezas más recientes que habían sustituido a las originales.

RESTAURACIÓN

Proyecto de conservación.
Redactado por la conservadora María Teresa Real en 2016, diagnosticaba patologías como inestabilidad estructural, fisuras y fracturas, además de la pérdida de la policromía original de las esculturas por la aplicación posterior de barnices y repintes.

En el taller.
En noviembre de 2017, el baldaquino fue desmontado en veintiséis y trasladado al Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico en Sevilla, para la restauración.

Proceso.
Tras estudiar y radiografiar las piezas, se precedió a la eliminación de las intervenciones sobre la madera y las esculturas y a la sustitución de piezas dañadas.

49.000 euros.
El coste de la rehabilitación del baldaquino asciende a esta cifra, de la que el Ayuntamiento de Málaga financió la mayor parte, 45.000 euros.

Asentada sobre columnas estípites, el baldaquino es un diseño de madera tallada y dorada cuyas principales esculturas son cuatro ángeles que se apoyan en una bola del mundo para sostener a la patrona de la diócesis, mientras el cuerpo superior se distingue por volutas concava-convexas y otra tetralogía de querubines que sostienen el distintivo de la coronación canónica en 1943. «Es una pieza compleja y la dificultad ha residido en coordinar todos los tratamientos dando unidad al criterio de intervención», ilustra la responsable de esta rehabilitación, en la que han intervenido hasta diez personas, cinco de ellos restauradores, además de un equipo científico formado por un químico, un biólogo, un radiólogo, un fotógrafo y un historiador.

Conscientes de que el baldaquino de la Victoria es «un exponente dentro de su tipología» del arte barroco andaluz y malagueño, los miembros del IAPH comenzaron por radiografiar y analizar con luz ultravioleta cada una de las piezas de la escultura para confirmar en detalle las patologías diagnosticadas en su proyecto de conservación. «En la superficie de policromía de las esculturas y de la arquitectura dorada hemos encontrado multitud de capas superpuestas de pintura y de láminas de oro, lo que otorgaba a la obra una tonalidad oscura», relata la restauradora María Teresa Real, que muestra el espectacular antes y después del tratamiento sobre los ángeles que han perdido el tono mortecino de cuando llegaron por la alegría del cromatismo original que los acercan más al mundo celestial que representan.

Piezas fracturadas

A la recuperación escultórica se une otro aspecto fundamental que hizo pensar que esta restauración ya no podía esperar más. «El templete también presentaba problemas de estabilidad ya que algunas piezas estaban desprendidas y podían suponer un peligro», cuentan Toledo y Orellana. A lo que la conservadora-restauradora aporta la confirmación científica: «Hemos reforzado las uniones entre los distintos elementos constructivos e incluso hemos tratado fracturas, las cuales hacían peligrar la estabilidad del conjunto».

El trono-baldaquino de la Virgen de la Victoria no es solo una pieza artística excepcional, sino que su riqueza escultórica también ofrece algunas lecturas que hay que interpretar. Una de ellas es la bola del mundo sobre la que se apoyan los cuatro ángeles atlantes que sostienen la talla de la patrona de la diócesis y de Málaga. Un globo terráqueo que tiene que ser observado en el propio contexto del camarín y de la torre en la que se encuentra, un anexo a la iglesia que fue costeado por los Condes de Buenavista, que encargaron también el propio templete ahora restaurado. «Bajo el camarín está la cripta que representa la vía purgativa, la escalera de subida es la vía iluminativa y el camarín simboliza lo celestial», explica Francisco Toledo, que detalla que la bola del mundo está en la parte más baja del baldaquino –cerca de lo terrenal– y sobre ella se eleva la virgen como símbolo de su triunfo sobre el pecado y la muerte.

Los trabajos del IAPH, que han contado con la financiación del Ayuntamiento de Málaga al costear la mayor parte del presupuesto, se encuentran ya en las últimas fases de restauración y la pieza podría entregarse en breve para que vuelva a sostener a la Victoria. No obstante, la hermandad se encuentra ante otro importante reto, ya que está reuniendo nuevos fondos para afrontar la recuperación de las yeserías del propio camarín que preside el baldaquino de la virgen. «En ese caso no tiene sentido que volvamos a montar el templete, por lo que lo retrasaríamos hasta terminar con la rehabilitación de toda la estancia», explica Orellana, que tuerce el gesto por la espera que supondría el regreso del baldaquino, una pieza que además considera que es muy desconocida y está deseando volver a mostrar. «Queda oculto por el altar mayor de la Iglesia y por eso nadie imagina la grandiosidad de este tesoro».

El baldaquino.

1700: Los Condes de Buenavista encargan el baldaquino a Felipe de Uzurrúnzaga para que presidiera el anexo de la torre-camarín añadida a la iglesia por los propios nobles.
Siglo XX: Se reduce el baldaquino unos centímetros para que la virgen sea visible desde todo el santuario de la Victoria.

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