Iban dos camino de Emaús cuando un caminante desconocido se interesa por la conversación y les pregunta. Ellos le cuentan lo sucedido en Jerusalén recientemente: la muerte de Cristo. En su explicación muestran al caminante su esperanza y su decepción.

Serafín Béjar ha comparado esas dos actitudes con nuestra cultura contemporánea. «Teníamos la esperanza de que sería el libertador» es la actitud del hombre moderno, que creyó que con su esfuerzo y su razón podría construir el paraíso en la tierra; «pero ya han pasado tres días» refleja la actitud postmoderna, que cree imposible cambiar las cosas tras el fracaso de la razón y la voluntad humanas y se retira triste al Emaús de los pequeños goces cotidianos como único horizonte. Ambos representan dos sistemas cerrados, uno que solo espera lo que se obtiene con la voluntad; otro que ha dejado de esperar y se refugia en el presente.

El Resucitado que sale al encuentro representa «lo nuevo que viene de Dios». Sí, lo «nuevo» frente al pesimismo postmoderno, pero lo nuevo «de Dios», frente a la autosuficiencia moderna. Desde esta perspectiva, podemos elegir hoy la mentalidad con la que queremos vivir: clausurados en nuestra fuerza de voluntad que una y otra vez se topa con su límite; cerrados al futuro y clausurados también en nuestro presentismo consumista desencantados de toda utopía, o abiertos a la novedad de Dios, que no está sometido a nuestros límites ni entiende de nuestros imposibles.