Noticia En Cumanacoa Publicado: 21/07/2015: 5215 Tosí y los críos de la catequesis me miraron. Respiré lentamente e hicieron lo mismo. «¡Ahh! –dije-, veamos si Hildegar recuerda lo que explicó su catequista». Hildegar abrió la boca, se llevó el índice a la nariz y exclamó: «Que el Señor Dios hizo al hombre para que el hombre se haga hermano». «¡Muy bien! ¿Y cómo os lo explicó?». «Pues, nos pidió -dijo sonriendo- que hiciéramos dos listas: una con las cosas que nos hacen buenos hermanos y otra con las que nos hacen nadita hermanos». «¡Ajá! ¿Y cómo podremos hacernos mejores hermanos?». «Pues escuchándonos» -dijo Rosa-, la catire. «¡Muy bien, escuchándonos!»–repetí-. Coloqué mi mano en la oreja y pregunté: «¿Y con qué escuchan las personas?» «¡Con los oídos!», -dijeron todos-. Me llevé la mano a la boca y sonreí. «¡Con la boca!». Señalé los ojos y los abrí. «¡Con los ojos!» Coloqué una manos sobre el pecho. «¡Con el corazón!» Vamos a ver si saben lo que dicen: «Freddy, ¿cuándo es que tú escuchas con los oídos?». «Pues, cuando mamá dice: tráeme esto de la bodeguita, y yo voy, pues». «Coromoto, ¿y tú, cuándo escuchas con la boca?». «Pues cuando la maestra cuenta la historia patria, y yo no echo pico». «Pancho, ¿y cuándo con los ojos?». «Cuando Ud. habla y yo lo miro». «Cordelia, ¿y cuándo con el corazón?». «Cuando yo quiero a las personas» -dijo sonriendo-. «Cuando yo lo quiero a Ud., y a Ud., y a Ud.», y fui señalando a cada uno de los niños. Después, dije: «Hoy estoy feliz. ¡Qué bien se saben la lección! Ahora vamos a rezar como el Señor nos enseñó, para que nos queramos como hermanos».