Lectura (Lectio)

El camino de Cristo, que sigue siendo inaudito como vía de salvación y de vida, se me presenta también a mí como norma de vida plena. Por eso acojo su Palabra de nuevo con una actitud orante y confiada. Me dejo interpelar por ella.

Meditación (Meditatio)

El cristianismo naciente surge en un primer momento como un fenómeno judío, pero después se abre al mundo griego y pagano. En esta misión, Felipe y Andrés, que son dos discípulos con nombres griegos, serán instrumentos de evangelización de este nuevo mundo. Pero la solicitud de un encuentro entre los griegos y el Maestro, obtiene de Jesús una respuesta sorprendente: «Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado». Jesús habla de su pasión, muerte y resurrección con dos términos muy presentes en el cuarto evangelio “hora” y “glorificación”. Siente próxima la presencia de esa hora, que es la de la cruz. Será entonces cuando el mensaje salvífico alcance a todos los rincones de la tierra, cuando el mundo griego y pagano verá a Jesús. En el mismo sentido está tomada la metáfora del grano de trigo, que acentúa la necesidad de la muerte para dar fruto. Jesús aplica a la vida del discípulo lo que dice de sí mismo. El creyente ha de vivir, como el Maestro, desde el servicio y el seguimiento más radical, sabiendo que correrá su misma suerte. El recuerdo de este camino hace mella en Jesús y nos recuerda el pasaje de Getsemaní que relatan los sinópticos (Mc 14,32-42 y par). Pero él, que es Señor y domina totalmente la situación, asume su destino porque sabe que esta es la voluntad del Padre. La voz del cielo habla de glorificación, una palabra que ha aparecido en versículos anteriores y que está muy relacionada con la “hora”. La cruz expresa el triunfo definitivo de Jesús, desde ella, el Señor da la vida eterna al que cree (Jn 3,17) y también se realiza el juicio del mundo. Gracias al Crucificado y Glorificado, Dios atrae hacia sí a un nuevo pueblo que puede “ver” a Jesucristo.

Oración (oratio)

En el evangelio de hoy, Jesús ora al Padre. ¿En qué se parece mi oración a la de Jesús? Reviso mi trato personal con Dios guiado por el Espíritu Santo. Soy dócil, me dejo conducir.

Contemplación (contemplatio)

“Quisiéramos ver a Jesús...” ¿Anhelo yo ver a Jesús? La acogida orante y creyente de su Palabra me facilita la contemplación del Señor y me da acceso a la experiencia de su amor misericordioso.

Compromiso (actio)

La norma del vivir de Cristo y del cristiano es la del grano del trigo ¿Soy en mi vivir diario “grano de trigo que muere”?